LOS NEGOCIOS

Amigos míos, reunidos esta noche, vamos a estudiar muy seriamente la cuestión ésta de los negocios.

Permítaseme la libertad de decirles que no estoy hablando de negocios profanos. Quiero referirme en forma enfática a los negocios del karma.

Ante todo, es necesario que las gentes entiendan lo que es la palabra sánscrita “karma’.

No está de más aseverar que tal palabra, en si misma, significa Ley de Acción y Consecuencia. Obviamente no existe causa sin efecto, ni efecto sin causa.

Cualquier acto de nuestra vida, bueno o malo, tiene sus consecuencias.

Hoy he estado reflexionando en la desgracia de nuestro mundo, cuán felices serian estos humanoides intelectuales si nunca hubiesen tenido eso que se llama ego, yo, mi mismo, sí mismo.

Es indubitable que el Ego comete innumerables errores, cuyo resultado es el dolor.

Sí estos humanoides racionales estuvieran desprovistos de Ego, serian simplemente elementales naturales bellísimos, inocentes, puros, infinitamente dichosos.

Imaginad por un momento, queridos amigos, a una tierra así, poblada por millones de inocentes humanoides desprovistos de Ego y gobernados por reyes divinos, dioses, hiérofantes, devas, etc., etc., etc.

Obviamente, un mundo así seria ciertamente un paraíso, un planeta de bienaventurados.

A nadie se le puede obligar a convertirse en hombre a la fuerza. Todos esos millones de humanoides, aun no siendo hombres en el sentido más completo de la palabra, habrían podido ser infinitamente felices si no hubiese surgido en su interior una segunda naturaleza maligna y terriblemente perversa.

Desafortunadamente, debido, como ya lo hemos dicho tanto en estas pláticas, a la equivocación de algunos individuos sagrados, apareció dentro de cada sujeto algo anormal: ciertos elementos inhumanos, dentro de los cuales vino a quedar embotellada la Conciencia.

Es claro que tales elementos inhumanos surgieron como resultado de las malas consecuencias del abominable órgano Kundartiguador. Fue así, queridos amigos, como fracasó esta humanidad planetaria, haciéndose espantosamente maligna.

Mejor hubiera sido que aquellos sagrados individuos no le hubiesen dado a estos pobres bípedos tricerebrados o tricentrados ese abominable órgano de todas las infamias.

Pensemos por un momento en las muchedumbres humanoides que pueblan la faz de la Tierra. Sufren lo indecible, víctimas de sus propios errores. Sin el Ego no tendrían esos errores ni tampoco sufrirían las consecuencias de los mismos.

Ya dije en nuestras pasadas pláticas que no a todas las chispas virginales, que no a todos los humanoides les interesa la maestría; empero, esto no es óbice para la felicidad auténtica.

En el infinito espacio existen muchas moradas de bienaventuranza para los elementales humanoides que no tienen interés en la maestría.

Incuestionablemente, los tres mil ciclos o períodos de tiempo asignados a cualquier Esencia, a cualquier Mónada, para su manifestación cósmica, se desenvuelven no solamente aquí en nuestro mundo Tierra, sino además en otros mundos del espacio estrellado.

Por todo esto podréis ver, mis caros amigos, que para las almas hay muchas mansiones de dicha y que en modo alguno es indispensable la maestría para tener derecho al goce auténtico del espíritu puro.

Lo único que se requiere para tener derecho a la verdadera felicidad es, ante todo, no tener Ego.

Ciertamente, cuando no existen dentro de nosotros los agregados psíquicos, los elementos inhumanos que nos vuelven tan horribles y malvados, no hay karma por pagar y el resultado es la felicidad.

No todas las criaturas dichosas que viven en todos los mundos del espacio infinito han alcanzado la maestría. Sin embargo, se encuentran a tono en el orden cósmico porque no tienen Ego.

Cuando uno vive de acuerdo con el recto pensar, el recto sentir y el recto obrar, las consecuencias suelen ser dichosas.

Desafortunadamente, el pensamiento justo, el sentimiento justo, la acción justa, etc., se hace imposible cuando una segunda naturaleza inhumana actúa en nosotros y dentro de nosotros y a través de nosotros, aquí y ahora.

En lo que hemos venido diciendo deben evitarse confusiones; es obvio que de los muchos, unos pocos aspiran al adeptado, a la autorrealización íntima del Ser. Incuestionablemente, estas almas se convierten en verdaderos reyes del Universo y en dioses terriblemente divinos.

Las multitudes, después de los tres mil ciclos de manifestación, retornan al espíritu universal de vida como simples elementales dichosos.

Lo desagradable es que estos millones de elementales humanoides hayan creado dentro de si mismos una segunda naturaleza infrahumana, porque esto último en sí mismo les ha vuelto no solamente perversos, sino además, y lo que es peor, desgraciados.

Si no fuese por el mí mismo, nadie sería iracundo, nadie codiciaría los bienes ajenos, ninguno sería lujurioso, envidioso, orgulloso, perezoso, glotón, etc., etc., etc.

Lamento mucho tener que decir que al arcángel Sakaki y su alta comitiva de individuos sagrados que en los tiempos arcaicos le dieron el abominable órgano Kundartiguador a la humanidad, les aguarda en el futuro gran día cósmico indecibles amarguras, karma horrísono, pues no hay duda que, debido a su error, esta humanidad perdió su felicidad y se torno monstruosa. Que me perdonen los dioses santos por tal afirmación, pero hechos son hechos y ante los hechos tenemos que rendirnos, cueste lo que cueste.

Afortunadamente, mis caros amigos, la justicia y la misericordia son las dos columnas torales de la Fraternidad Universal Blanca.

La justicia sin misericordia es tiranía; la misericordia sin justicia es tolerancia, complacencia con el delito. En este mundo de desdichas en que nos encontramos se hace necesario aprender a manejar nuestros propios negocios, para en-rumbar el barco de la existencia a través de las diversas escalas de la vida.

El Karma es negociable, y esto es algo que puede sorprender muchísimo a los secuaces de diversas escuelas ortodoxas.

Ciertamente, algunos seudoesoteristas y seudoocultístas se han tornado demasiado pesimistas en relación con la Ley de Acción y Consecuencia. Suponen, equivocadamente, que ésta se desenvuelve en forma mecanicista, automática y cruel.

Los eruditos creen que no es posible alterar tal ley. Lamento muy sinceramente tener que disentir con esa forma de pensar.

Sí la Ley de Acción y Consecuencia, sí el némesis de la existencia no fuera negociable, entonces, ¿dónde quedaría la Misericordia Divina? Francamente, yo no puedo aceptar crueldad en la Divinidad. Lo real, aquello que es todo peirfección, eso que tiene diversos nombres tales como Tao, AUM, INRI, Sein, Alá., Brahama, Dios, o mejor dijera dioses, etc., etc., etc., en modo alguno podia ser algo sin misericordia, cruel, tiránico, etc. Por todo ello, repito en forma enfática que el karma es negociable.

Cuando una ley inferior es trascendida por una ley superior, la ley superior lava a la ley inferior.

Haz buenas obras para que pagues tus deudas. Al León de la Ley se le combate con la Balanza.

Quien tiene con qué pagar, paga y sale bien en sus negocios; quien no tiene con qué pagar, pagará con dolor.

Si en un platillo de la Balanza Cósmica ponemos las buenas obras y en el otro las malas, es evidente que el Karma dependerá del peso en la balanza.

Si pesa más el platillo de las malas acciones, el resultado serán las amarguras. Sin embargo, es posible aumentar el peso de las buenas obras en el platillo del fiel de la balanza y en esta forma cancelaremos karma, sin necesidad de sufrir. Todo lo que necesitamos es hacer buenas obras para aumentar el peso en el platillo de las buenas acciones.

Ahora comprenderán ustedes, mis buenos amigos, lo maravilloso que es hacer el bien; no hay duda de que el recto pensar, el recto sentir y el recto obrar son el mejor de los negocios.

Nunca debemos protestar contra el Karma, lo importante es saberlo negociar.

Desgraciadamente, a las gentes lo único que se les ocurre cuando se hallan en una gran amargura es lavarse las manos como Pilatos, decir que no han hecho nada malo, que no son culpables, que son almas justas, etc., etc., etc.

Yo les digo a los que están en la miseria que revisen su conducta, que se juzguen a sí mismos, que se sienten aunque sea por un instante en el banquillo de los acusados, que después de un somero análisis de sí mismos modifiquen su conducta. Si esos que se hallan sin trabajo se tornasen castos, infinitamente caritativos, apacibles, serviciales en un cien por ciento, es obvio que alterarían radicalmente la causa de su desgracia, modificándose en consecuencia el efecto.

No es posible alterar un efecto si antes no se ha modificado radicalmente la causa que lo produjo, pues, como ya dijimos, no existe efecto sin causa ni causa sin efecto.

No hay duda de que la miseria tiene sus causas en las borracheras, asqueante lujuria, en la violencia, en los adulterios, en el despilfarro y en la avaricia, etc., etc.

No es posible que alguien se encuentre en miseria cuando el Padre que está en secreto se encuentra presente aquí y ahora. Quiero ilustrar esto con un relato: En cierta ocasión mi Real Ser Interior, mi Mónada Inmortal, me saco del cuerpo físico para darme instrucciones sobre determinado discípulo. Concluidas éstas, no tuve inconveniente en dirigirme al Señor íntimo con las siguientes palabras: “Estoy cansado de tener cuerpo, yo lo que quisiera es desencarnar”. En esos instantes, el Señor de perfecciones, mi Dios interior, contestó con voz solemne: “¿Por qué protestas? Te he dado pan, abrigo y refugio, ¿y todavía protestas? ¿Recuerdas los últimos días de tu pasada existencia?

Anduviste por las calles de México descalzo, con el traje roto, viejo., enfermo y en la más espantosa miseria. ¿Y cómo viniste a morir? En una casucha inmunda. Entonces yo estaba ausente”. En tales momentos resplandecía la faz del Señor, en sus ojos azules se reflejaba el cielo infinito. su blanca túnica de gloria llegaba hasta sus píes. Todo en El era perfección.

“Señor”, le dije. “yo he venido a besar tu mano y a recibir tu bendición”. El Adorable me bendijo y besé su diestra.

Después que volví al cuerpo físico, entré en meditación. Ciertamente. mis caros hermanos, cuando el hijo anda mal el Padre se ausenta y, entonces, aquél cae en desgracia.

Creo que ahora vais comprendiendo mejor, mis caros amigos, lo que es la miseria, por qué llega, cómo llega.

El Padre que está en secreto tiene poder suficiente para darnos y para quitamos también. “Dichoso el hombre a quien Dios castiga”.

El karma es una medicina que se nos aplica para nuestro) propio bien; desgraciadamente, las gentes. en vez de inclinarse reverentes ante el eterno Dios viviente, protestan. blasfeman, se justifican a sí mismos, se disculpan neciamente y se lavan las manos como Pilatos. Con tales protestas no se modifica el karma; al contrario, se torna más duro y severo.

Reclamamos fidelidad del cónyuge, cuando nosotros mismos hemos sido adúlteros en esta o en vidas precedentes.

Pedimos amor cuando hemos sido despiadados y crueles. Solicitamos comprensión cuando nunca hemos sabido comprender a nadie, cuando jamás hemos aprendido a ver el punto de vista ajeno.

Anhelamos dichas inmensas, cuando hemos sido siempre el origen de muchas desdichas.

Hubiéramos querido nacer en un hogar muy hermoso y con muchas comodidades, cuando no supimos en pasadas existencias brindarle a nuestros hijos hogar y belleza

Protestamos contra los insultadores, cuando siempre hemos insultado a todos los que nos rodean.

Queremos que nuestros hijos nos obedezcan, cuando jamás supimos obedecer a nuestros padres.

Nos molesta terriblemente la calumnia, cuando nosotros siempre fuimos calumniadores y llenamos al mundo de dolor.

Nos fastidia la chismografía, no queremos que nadie murmure de nosotros y, sin embargo, siempre anduvimos en chismes y murmuraciones, hablando mal del prójimo, mortificándole la vida a los demás. Es decir, siempre reclamamos lo que no hemos dado. En todas nuestras vidas anteriores fuimos malvados y merecemos lo peor, pero nosotros suponemos que se nos debe dar lo mejor.

Los enfermos, en vez de preocuparse tanto por sí mismos, deberían trabajar por los demás, hacer obras de caridad, tratar de sanar a otros, consolar a los afligidos, llevar el médico a los que no tienen con qué pagarlo, regalar medicinas, etc., y así cancelarían su karma y sanarían totalmente.

Quienes sufren en sus hogares deberían multiplicar su humildad, su paciencia y serenidad. No contestar con malas palabras, no tiranizar al prójimo, no fastidiar a los que nos rodean, saber dispensar los defectos ajenos con una paciencia multiplicada hasta el infinito. Así cancelarían su karma y se volverían mejores.

Desgraciadamente, mis queridos amigos, ese Ego que cada cual lleva adentro hace exactamente lo contrarío de lo que aquí estamos diciendo. Por tal motivo, considero urgente, inaplazable, impostergable, reducir al mi mismo a polvareda cósmica.

P- Venerable Maestro, con lograr que los humanoides intelectuales se conviertan en elementos inocentes, ¿considera usted cumplida su misión?

M- Con el mayor gusto daré respuesta a esta pregunta. Muchos profetas, grandes avataras y maestros lucharon en los antiguos tiempos contra las malas consecuencias del abominable órgano Kundartiguador. Esto es una misión de orden popular, cuyo propósito es hacer regresar a la humanidad hasta la inocencia total.

Tales santos, en los tiempos antiguos, tuvieron también su círculo esotérico para los de la vía directa, para aquellos que en todas las edades aspiraron a la maestría.

Ved pues, amigos, los dos círculos: el exotérico o público y el esotérico o secreto. No está de más recordarles que las grandes religiones convencionales llenan precisamente estas cío os necesidades.

Cualquier religión confesional sirve a las multitudes y a los Iniciados. Creo que ahora habéis entendido completamente el sentido de mi misión sobre la faz de este afligido mundo en que vivimos.

P- Maestro, ¿todo sufrimiento que uno tenga, de la índole que sea, puede atribuirse a que el Padre está ausente?

M- Amigos, existen los sufrimientos voluntarios y los involuntarios. Los primeros se procesan en aquellos que siguen el sendero directo, el camino solar; los segundos son resultado de nuestro propio Karma Es obvio que cuando el hijo anda mal, el Padre está ausente y la consecuencia es el doloor

P- Tocante al némesis o karma, ¿es posible que cualquier sufrimiento pueda ser negociable ante los Señores del Karma.

M- Estimados amigos, quiero que ustedes comprendan que cuando tal o cual karma se encuentra ya totalmente desarrollado y desenvuelto, tiene que llegar hasta el final inevitablemente.

Esto significa que sólo es posible modificar radicalmente el karma cuando el arrepentimiento es total y cuando toda posibilidad de repetir el error que lo produjo ha desaparecido radicalmente.

Kamaduro llegando a su final, es siempre catastrófico. No todo el karma es negociable.

Es bueno saber también que cuando hemos eliminado radicalmente el Ego, la posibilidad de delinquir queda aniquilada y en consecuencia, el karma puede ser perdonado.

Samael Aun Weor

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