Y vi otra señal en el cielo, grande y admirable, que era siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas es consumada la ira de Dios” (Ap. 15: 1).
Los siete ángeles son: Gabriel, Raphael, Uriel, Michael, Samael, Zachariel y Orifiel.
De todos los siete, el quinto es el que más ha sufrido. Todos los siete cumplen órdenes superiores y actúan de acuerdo con la ley. Después de la catástrofe de la Atlántida, el Bodhisattva del quinto se cayó, y después de haber sufrido mucho se levantó del barro de la tierra y regresó a su Dios.
En la catedral del alma hay más alegría por un pecador que se arrepiente, que por mil justos que no necesitan de arrepentimiento.
El quinto de los siete recibió el elixir de larga vida allá en la Lemuria hace dieciocho millones de años. El quinto de los siete conservó ese cuerpo Lemur durante todo el tiempo de la Atlántida y fue uno de los sabios guías espirituales que dirigió los destinos de millones de seres humanos del continente sumergido. Después de la sumersión de la Atlántida, ese Maestro se enamoró de una mujer, y después de otra. Entonces cayó, perdió su maravilloso cuerpo, y quedó sometido a la terrible rueda de las reencarnaciones y del Karma.
Eliphas Levi comete el error de comentar un documento apócrifo de Enoch, y juzga falsamente a los Veinte Egrégores de la Montaña del Juramento, condenándolos dogmáticamente y calificándolos de demonios.
Algo impuro se mezcla en las Enseñanzas de Eliphas Levi.
Rudolf Steiner asegura que Eliphas Levi estuvo dos veces reencarnado como sacerdote en una tribu mexicana. Esa tribu después de haber culminado en esplendores de sabiduría y gloria, entró finalmente en decadencia y en hechicería. Entonces esa alma que más tarde fue Eliphas Levi, se nutrió con ese conocimiento impuro. Sólo así podemos explicarnos los grandes errores en que cae el Abate Alfonso Luis Constans (Eliphas Levi). Aclaramos: No queremos decir que Eliphas Levi sea mago negro. Lo que afirmamos es que en sus obras, a pesar de tener el sello de grandeza, se mezclan muchos conocimientos impuros. Eso es todo.
Azazel es un Egrégor que prestó grandes servicios a la humanidad.
Azazel fue el Rey Salomón. El Bodhisattva de Azazel está caído actualmente; pero es lógico que en un futuro próximo, ese Bodhisattva se levantará del barro de la tierra.
Raphael, a pesar de no figurar entre los Veinte Egrégores de la Montaña del Juramento, está caído por estos tiempos y lucha por levantarse. Raphael también es un Egrégor.
Todos los ángeles de familia, nación, tribu, etc., son Egrégores.
En el Glosario Teosófico de H. P. Blavatsky, página 184, encontramos lo siguiente:
“EGRÉGORES (del griego Egrégori).
Eliphas Levi los denomina “los príncipes de las almas que son los espíritus de energía y acción”. Cualquiera cosa que pueda o no significar, los ocultistas orientales describen a los Egrégores como seres cuyos cuerpos y esencia son un tejido de la llamada luz astral. Son las sombras (o los Bodhisattvas) de los espíritus planetarios superiores cuyos cuerpos son de la esencia de la luz divina superior. En el Libro de Enoch, se ha dado dicho nombre a los ángeles que se casaron con las hijas de Seth y tuvieron por hijos a los gigantes.
Los nombres y los símbolos de los siete ángeles del Eterno, tienen también siete significados; esto ha confundido a muchos estudiantes esoteristas.
“Y vi así como un mar de vidrio mezclado con fuego; y los que habían alcanzado la victoria de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre, estar sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios” (Ap. 15: 2).
El vidrio líquido, flexible, maleable, es el semen Cristónico. Realmente el semen es el habitáculo del fuego. El semen es el vitriolo de los viejos alquimistas medievales.
Aquellos que han alcanzado la victoria sobre la bestia, se pasean felices sobre el mar de vidrio, hablando la palabra perdida; parlando en el orto purísimo de la Divina Lengua.
La laringe es la Lira de Orfeo. Hay que aprender a tocar la Lira de Orfeo. Hay que encarnar el Verbo. Cuando el Verbo se hace carne en nosotros, entonces pulsamos la lira de Orfeo, y nos paseamos victoriosos sobre el mar de vidrio.
Esos son los victoriosos que han alcanzado la victoria sobre la bestia, y sobre la imagen y el número de su nombre.
“Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras. Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los Santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y engrandecerá tu nombre?, Porque tú sólo eres santo, por lo cual todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti, porque tus juicios son manifestados” (Ap. 15: 3, 4).
“Y después de estas cosas, miré, y he aquí el templo del Tabernáculo del Testimonio fue abierto en el cielo. Y salieron del templo siete ángeles que tenían siete plagas, vestidos de un lino limpio y blanco, y ceñidos alrededor de los pechos con bandas de oro” (Ap. 15: 5, 6).
“Y uno de los cuatro animales dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que vive para siempre jamás” (Ap. 15: 7).
“Y fue el templo lleno de humo por la majestad de Dios, y por su potencia; y ninguno podría entrar en el templo, hasta que fuesen consumadas las siete plagas de los siete ángeles” (Ap. 15: 8).
Samael Aun Weor