Los Siete Rayos

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La humanidad, en su búsqueda incesante de sabiduría y redención, ha olvidado muchas de las verdades eternas que rigen la evolución del alma. En medio de los velos que oscurecen el entendimiento espiritual del hombre moderno, surge la necesidad de una enseñanza clara, directa y vivida, que no provenga de la teoría ni de la especulación, sino del testimonio de aquellos que han recorrido el Sendero Iniciático y han trabajado para guiar a sus hermanos.

En los siguientes párrafos se revelan conocimientos que han permanecido ocultos durante siglos, resguardados celosamente en los Templos Internos de la Sabiduría. Aquí se presentan los Maestros de la Gran Fraternidad Blanca, seres inmortales, Hijos de la Resurrección, que laboran activamente en los distintos Rayos de la evolución cósmica, bajo la guía de sus respectivos Padres Internos.

Este escrito no es una exposición teórica. Es una afirmación viva, una declaración basada en la experiencia directa de SAMAEL AUN WEOR, Iniciador de la Nueva Era de Acuario, quien ha resucitado de entre los muertos vivientes y porta la autoridad espiritual para hablar de estas realidades con plena conciencia.

Cada palabra que aquí se expresa tiene el propósito de iluminar al alma sincera que anhela comprender su origen, su camino y su destino. En estos tiempos de confusión, el conocimiento de los Siete Rayos y de los Maestros que los gobiernan se convierte en faro y guía para los que desean despertar, para los que buscan reencontrarse con su Rayo Propio, su Padre que está en los cielos, y cumplir su misión en el Plan Cósmico.

Este texto es, por tanto, una puerta abierta hacia los Misterios Mayores. Que el lector lo reciba con reverencia, con mente abierta y corazón ardiente, pues las verdades aquí contenidas no están destinadas a alimentar la curiosidad, sino a encender la llama de la transformación interior.

En el Libro “Las 7 Palabras” Samael Aun Weor escribe:

“El Maestro JESÚS pertenece al Rayo de la Mística y es un gran discípulo del CRISTO.

El Maestro D.K. (DJWAL KHUL), este es otro Hijo de la Resurrección; otro Súper-Hombre que ha sabido aprovechar su energía sexual. Este Maestro pertenece al Rayo de Mercurio; ayudó a la Maestra H.P. Blavatsky, dictándole gran parte de «La Doctrina Secreta».

Posee ahora el mismo cuerpo que poseía en el año de 1675, y la muerte no ha podido sobre él, porque es un Hijo de la Resurrección.

Viene ahora Pablo de Tarso; este Maestro está encarnado actualmente, y es el Maestro HILARIÓN. Dicho Maestro es el autor de la obra titulada: “Luz en el Sendero”.

El Maestro HILARIÓN se desenvuelve en el Rayo de la Ciencia, es un Maestro del Rayo de MERCURIO.

El Maestro SERAPIS, Maestro del Rayo de Venus, es otro Hijo de la Resurrección, y es de edades incalculables; dirige el Arte mundial.

El Maestro RAKOCZI, es el mismo Conde de Saint-Germain, Rogerio Bacón y Francisco Bacón. Este Maestro dirige la política mundial. Actualmente vive en el Tíbet y posee el mismo cuerpo físico con que se le conoció durante los siglos XVII, XVIII y XIX, en todas las Cortes de Europa. Sobre este Maestro han pasado los siglos sin que la muerte haya podido sobre él, porque es un Hijo de la Resurrección. Este Maestro es del Rayo de Júpiter.

Cada uno de estos Maestros pertenece a un Rayo determinado, pues existen siete rayos de evolución cósmica:

  1. Rayo Lunar
  2. Rayo Mercuriano
  3. Rayo Venusino
  4. Rayo Solar
  5. Rayo Marciano
  6. Rayo Jupiteriano
  7. Rayo Saturniano

No es cierto aquello que dicen los teósofos, de que en cada INICIACIÓN de Misterios Mayores, el iniciado va entrando en otro rayo cósmico.

Cada Maestro evoluciona y se desenvuelve en su rayo propio, y nunca cambia de rayo. En los mundos internos, cada uno de los siete rayos tiene su templo de misterios.

Yo, AUN WEOR, Maestro del Rayo de MARTE, doy testimonio de estas cosas, no porque lo haya leído en libros, como hacen los teorizantes, sino porque lo he vivido; soy un Hijo de la Resurrección, y doy testimonio de la Resurrección de los muertos, porque yo, AUN WEOR, resucité de entre los muertos vivientes, y mi deber como INICIADOR de la Nueva Era ACUARIA, es dar testimonio de la Santa Doctrina del Divino Rabí de Galilea, a fin de que esta Santa Doctrina del Salvador del mundo se difunda por toda la faz de la tierra sin distinción de raza, sexo, casta o color.

Cada uno de estos Rayos tiene su Jefe:

  1. Jefe del Rayo Lunar: GABRIEL.
  2. Jefe del Rayo Mercuriano: RAPHAEL.
  3. Jefe del Rayo Venusino: URIEL.
  4. Jefe del Rayo Solar: MICHAEL.
  5. Jefe del Rayo Marciano: SAMAEL.
  6. Jefe del Rayo Jupiteriano: ZACHARIEL.
  7. Jefe del Rayo Saturniano: ORIFIEL.

Estos son los siete Rayos de que tanto han hablado los teosofistas, y a los cuales han dedicado volúmenes enteros, sin haber dado jamás la explicación exacta y concreta sobre ellos. Los teosofistas han descrito los Rayos en una forma tan nebulosa y tan vaga, que realmente no llenan los íntimos anhelos del Alma. A los teosofistas les hace falta ser más prácticos; las enseñanzas de la Sociedad Teosófica realmente no le sirven a nadie.

Dentro de la influencia de estos rayos evolucionan millones de seres e innumerables Jerarquías.

Todo ser humano puede saber a qué rayo pertenece, con solo contar las líneas transversales de su frente:

Los que tengan una sola línea, pertenecen al Rayo LUNAR.
Los que tengan dos líneas, pertenecen al Rayo MERCURIANO.
Los que tengan tres líneas, pertenecen al Rayo VENUSINO.
Los que tengan cuatro líneas, pertenecen al Rayo SOLAR.
Los que tengan cinco líneas, pertenecen al Rayo MARCIANO.
Los que tengan seis líneas, pertenecen al Rayo JUPITERIANO.
Los que tengan siete líneas, pertenecen al Rayo SATURNIANO.

(Véase el «Curso Zodiacal», por el mismo autor).

Todos los Maestros de los Siete Rayos somos “Hijos de la Resurrección”, todos nosotros hemos atravesado las amarguras del Calvario; todos nosotros hemos experimentado, en sí mismos, la Ascensión del Señor.

Ningún Maestro se sale de su Rayo jamás, cada Maestro trabaja únicamente en su Rayo. El Jefe de nuestro Rayo es nuestro PADRE que está en los cielos. Ningún Maestro abandona jamás a su PADRE que está en los cielos, por ello es que es imposible que un Maestro vaya pasando de un Rayo a otro, como creen los teósofos.

Yo, AUN WEOR, soy hijo de mi PADRE SAMAEL, y aunque en mi pasado evolucioné bajo la regencia de distintos planetas, jamás pude salirme del Rayo de SAMAEL, porque AUN WEOR es una chispa desprendida de la llama de SAMAEL; así pues, de SAMAEL salí y a SAMAEL volví, y en todas mis reencarnaciones he tenido cinco líneas en la frente”.

Samael Aun Weor – Las 7 Palabras

Epílogo

Ha llegado el tiempo de hablar claro. Ya no es posible seguir envueltos en las sombras de la especulación ni en los velos de la ignorancia. La humanidad necesita ahora una enseñanza viva, revolucionaria, profundamente transformadora. El conocimiento de los Siete Rayos y de los Maestros que laboran en cada uno de ellos es una llave sagrada, una ciencia divina que guía al alma hacia su origen eterno.

Los Maestros mencionados en este mensaje no son personajes de leyenda ni mitos del pasado. Son seres reales, inmortales, presentes y activos en los mundos superiores, asistiendo silenciosamente a la evolución de la humanidad. Sus obras no están escritas solamente en libros, sino en los corazones de los que han tenido el valor de morir en sí mismos para renacer en el Espíritu.

En este tiempo de transformación planetaria, todo aquel que anhele la luz debe buscar su Rayo, conocer su misión, y entregarse con fe y voluntad a la gran obra del Padre. Esta enseñanza no es propiedad de ningún grupo, escuela o secta. Es patrimonio del alma, y sólo puede ser comprendida por aquellos que la viven, no por quienes la analizan desde el intelecto dormido.

Que este testimonio sirva como faro en medio de la tempestad. Que cada lector, si así lo siente en lo profundo de su Ser, dé los pasos hacia la Iniciación real. No se trata de memorizar ni de repetir, sino de encarnar la enseñanza, vivirla, sufrirla y glorificarla en el altar sagrado del corazón.

El maestro Samael Aun Weor ha entregado este conocimiento como un acto de Amor, como un llamado urgente a despertar. Que esta palabra sembrada dé frutos en los que tienen sed de Eternidad. Y que cada uno, al encontrar su Rayo, se una al coro de los Hijos de la Resurrección, para que la luz del CRISTO resplandezca una vez más en la faz de la Tierra.

Paz Inverencial.

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