Otra noche, la más pura, la más callada, el viejo místico aprovechando el sueño de su cuerpo, abandonó su envoltura corpórea y se fue a los mundos superiores.
Oramamme rogó a un Gurú que le enseñara los tiempos del fin. Entonces viendo con conciencia de un futuro, el viejo místico entró en un salón donde anunció ante el auditorio un gran cataclismo que se aproxima. Hablaba el místico con conciencia profética, anunciaba el místico un choque de mundos. Un mundo se acerca, se aproxima, y cuando los hombres intenten poner bajos sus pies a otras humanidades planetarias entonces sucederá el fin. Cuando esa masa planetaria atraviese nuestra atmósfera terrestre, se incendiará en fuego vivo y al caer sobre nuestra Tierra quemará con fuego todo aquello que tenga vida. Habrá entonces un terremoto tan grande, cual nunca lo hubo antes desde que existen hombres sobre la Tierra.
“Cuando el acontecimiento se realice, no se hallará una sola Alma que ponga en duda su venida. El acontecimiento descenderá a los malvados y elevará a los virtuosos. Cuando tiemble la tierra con violento temblor, las montañas volarán en pedazos y se tornarán como el polvo disperso por todas partes.
Cuando vosotros los hombres estéis divididos en tres tropas, entonces habrá hombres a la derecha (las ovejas) y hombres de la izquierda (los cabritos) y los últimos (los selectos) serán los primeros. Estos serán los más inmediatos a Alá; habitarán en el jardín de las delicias; habrá un gran número de estos entre los antiguos y sólo un pequeño número de entre los modernos.
Descansarán en asientos ornados de oro y pedrerías, reclinados y colocados uno frente a otro; entorno a ellos circularán jóvenes eternamente jóvenes con cubiletes, garrafas y copas llenas de una límpida bebida que no les producirá ni dolor de cabeza, ni aturdimiento, con frutos que escogerán a su gusto y carne de esos pájaros que les gustan tanto. Tendrán bellezas de grandes ojos negros, bellezas semejantes a las perlas cuidadosamente ocultas. Tal será la recompensa de sus obras. No se oirán palabras frívolas, ni dichos que produzcan pecado. Sólo se oirán las palabras: ¡Paz! ¡Paz! ¡Paz! Los hombres de la derecha (¡Oh! Los felices hombres de la derecha) permanecerán entre los árboles de lotos sin espinas y bananos cargados de frutos desde la cima hasta abajo, bajo sombras que extenderán a lo lejos cerca de una agua corriente en medio de frutos en abundancia que nadie cortará y a los que todos se podrán acercar y descansarán en elevados lechos. Nosotros en una creación aparte hemos creado las bellezas del paraíso, hemos conservado en virginidad. Queridas de sus esposos y de un ángel igual al suyo serán destinadas a los hombres de la derecha. Habrá un gran número entre los antiguos y un número entre los modernos”.
(Sura LVI vs. 1 al 39 y 76 a 77 Corán).
Estos versículos del Corán confirman nuestra profecía sobre los tiempos del fin. El viejo místico profetizaba la gran tragedia.
El viejo místico hablaba y las gentes se reían de él. Viviendo con conciencia de futuro el anciano anduvo por las calles de una gran ciudad anunciando los tiempos del fin. Nadie le creía, todos se burlaban del místico.
Esa ciudad era Babilonia la grande, la madre de todas las fornicaciones y de todas las abominaciones de la Tierra. El solitario en su Cuerpo Astral entró a un laboratorio científico. Allí vio el anciano a un gran gigante acostado en el suelo. Ese gigante tenía el aspecto de un gran intelectual. El gigante dormía y los científicos le extraían la energía atómica del cerebro y del corazón. Ese gigante es el coloso atómico de nuestro mundo terrestre. Duerme y quiere despertar, empero con ciertos instrumentos le extraen la energía atómica del cerebro y del corazón. El viejo iniciado sabía que si el coloso llegara a despertar acabaría con los científicos y con el mundo entero. Los científicos serían víctimas de su propio invento. Así lo comprendía el anciano, así lo entendía. El viejo anduvo luego por las calles de la gran ciudad cuyo número es 666, y vio una gran torre de cristal que llegaba hasta el cielo. Hueca torre de frágil cristal, traición al Eterno, pronto será quebrantada. Esa es la Torre de Babel que amenaza a los cielos estrellados. Esa torre está representada por la ciencia materialista que odia a Dios. Por entre esa hueca torre de frágil cristal vio el místico aviones-cohetes maravillosos que subían y bajaban. Aviones- cohetes capaces de llegar a la Luna y a los otros mundos habitados. La especie humana estaba llena de soberbia y orgullo. Entonces algo terrible sucedió.
Despertó el coloso atómico y se vieron cosas horribles. Las camadas superiores de la atmósfera terrestre alteradas por las explosiones atómicas dieron origen a terribles terremotos y espantosos maremotos. Las ciudades caían como castillos de naipes al suelo. Olas monstruosas nunca vistas azotaban las playas y había un sonido extraño en la mar. Por donde quiera, lamentos, hambre, miseria, guerras atómicas, enfermedades terribles ocasionadas por la radioactividad. Y cuando el místico contemplaba todo esto, un mundo se acercó a la Tierra y al caer sobre nuestro globo planetario quemó con fuego todo aquello que tenía vida, y hubo un terremoto tan grande cual nunca lo hubo jamás desde que existen hombres sobre la Tierra. Entonces fue el fin. El místico contemplaba todo eso mirando en el futuro, se vio junto con otros dos Maestros ayudando a salvar a los justos. Y del fondo del mar surgieron nuevos cielos y nuevas tierras donde morará la futura gran raza llamada la Raza de Koradhi. Antes del cataclismo serán salvados secretamente los justos.
Otra noche, el viejo iniciado vio inmensas multitudes de seres humanos entrando en las grandes ciudades. Humanos de Venus, de Mercurio y de Marte. Los venusinos encabezaban el desfile. Pusieron sus discos voladores sobre camiones nuestros. Y eran bellos de rostro y pequeños de estatura. Los mercurianos eran algo más altos y llenos de gran sabiduría. Los marcianos de la misma estatura nuestra, pero menos sabios. (Hombres de conciencia futura, eso es todo). Entonces el místico entendió que antes del gran cataclismo final seremos visitados oficialmente por otras humanidades planetarias y advertidos muy severamente. Si no obedecemos entonces será el fin, empero se nos dará la oportunidad para escuchar la Ley y el Orden. Empero el hombre de la Tierra no escuchará y caerá bajo el filo de la espada de la Justicia Cósmica.
Los hombres se han lanzado a la conquista del espacio. Ya estamos a punto de conquistar la Luna. Dentro de muy pocos días veremos al hombre en la Luna. Esto es inevitable. Cada paso que demos en la conquista del espacio estrellado nos acerca al fin. Las bestias humanas no tienen derecho a sojuzgar otras humanidades planetarias.
Cuando el hombre acabe con la fornicación y el adulterio, cuando el hombre se humille ante el Eterno, entonces realmente se habrá ganado ese derecho a la navegación interplanetaria. Empero el hombre quiere conquistar los espacios estrellados a la brava, a la fuerza y el resultado será la caída de la Torre de Babel con la cual hoy como ayer amenaza los cielos estrellados.
El año 1.960 significa algo muy grave para el mundo. En el sesenta caerá una torre fulminada y entonces el clero católico sufrirá mucho. Los rusos están a punto de conquistar la Luna. El ser humano caminará por ese satélite y hallará que en la cara invisible de la Luna hay vida vegetal, mineral, animal, etc. La Luna es rica en petróleo. La guerra entre el Este y el Oeste es inevitable.
Habrá guerra atómica, se pelearán en la tierra, en las aguas, en los aires, etc. Los ejércitos orientales invadirán América del Norte por el Estrecho de Bering. Estados Unidos será vencido y Nueva York será convertida en cenizas dentro de muy poco tiempo. Las explosiones atómicas alterarán la camada superior de la atmósfera terrestre. Entonces ya no podrá filtrar los rayos solares y veremos el Sol de un color negro. La Luna será roja como sangre porque se la tomarán los rusos. Así se cumplirá todo lo que el Cristo anunció para el fin de los tiempos. Los tiempos del fin ya llegaron y estamos en ellos. Las lluvias traerán graves inundaciones por todas partes. El hielo de los polos se está derritiendo. El deshielo de la capota polar traerá frío y terribles inundaciones. Ese es el resultado de las explosiones atómicas. El Vaticano está a punto de ser destruido. El Papa Juan XXIII andará por distintos lugares del mundo. Todas las conferencias de paz y todos los arreglos diplomáticos fracasarán inevitablemente. Todos los países de la Tierra serán sacudidos por grandes terremotos. Un mundo gigantesco se acerca a la Tierra y verticalizará el eje terrestre. Entonces veremos escenas dantescas. Cuando ese gigantesco orbe kármico se acerque demasiado a la Tierra, todo ojo lo verá y entonces el hombre enviará un maravilloso cohete bien tripulado con gente científica que llegará a la Luna. Ese gigantesco orbe kármico traerá guerras a muerte y se llevará al abismo a los perversos de este siglo.
Rusia y los Estados Unidos no podrán arreglar nada y al fin irán a la guerra y a la muerte. En el año 1.962 comienza la nueva Era de Acuario. La Nueva Era significa el advenimiento del Cristo, y la caída de esta gran Babilonia… La muerte de esta raza perversa y un cataclismo espantoso.
Empero esta vez, los justos no pagarán por los pecadores. Esto sucedió ya una vez y ese tiempo pasó. Un mundo que se atrevió a crucificar al Cristo está de hecho absolutamente fracasado. Será destruido.
Empero los justos serán salvados secretamente. De estos justos saldrá la futura gran raza.
Habrá cielos nuevos y tierras nuevas para los justos. Justos son los castos. Todo aquel que derrame el semen aunque sea casado, es de hecho un fornicario; para ellos, para los fornicarios: el abismo y la muerte segunda. Esa es la Ley. Que se preparen los gnósticos para la gran catástrofe que se acerca. El día ni la hora nadie la sabe, sino el Padre. Empero esto está ya a la puerta.
Samael Aun Weor