Parlemos ahora un poco, pero con gran tino, sobre el Divino Daimón de Sócrates, el famoso Lucifer de la Catedral de Notre Dame de París, el mismísimo Xolotl nahua, que en el mágico cerro de Coatepec que en Tula existe, acudiera más veloz que el viento a la brujesca invocación de los sesenta ancianos.
Extraordinaria Tula, encantadora, que en verdad no es sino la Thule escandinava de la que nos hablaran los versos de oro del gran Séneca, el confín de este mundo… Xolotl, la sombra viviente de Quetzalcoatl, Lucifer-Prometeo, es el portador de luz, la estrella de la mañana, el símbolo viviente de nuestra piedra angular, la piedra del rincón, la Piedra Filosofal, en la cual está la clave de todos los poderes.
Lucifer-Xolotl, tomando a veces el aspecto del macho cabrío de Méndez, simboliza a la potencia sexual.
Moisés, al volver del Sinaí, donde había encontrado a Jehovah, lleva en la frente dos rayos luminosos en forma de cuernos de macho cabrío, lo que nos indica que había trabajado con la fuerza sexual
Escrito está, y con letras hebraicas, que el Arca de la Alianza llevaba en sus cuatro ángulos cuernos de macho cabrío.
Por su parte, Isaías, el Profeta, escribe (XlV,12, 15):
” ¡Cómo caíste del cielo, oh! Lucero brillante, hijo de la aurora! ¡Echado por tierra el dominador de las naciones! Tú, que decías en tu corazón: Subiré a los cielos en lo alto; sobre !as estrellas de Dios elevaré mi trono. Me instalaré en el monte santo, en las profundidades del Aquilón Subiré sobre la cumbre de las nubes, y seré igual al Altísimo. Pues bien, al sepulcro has bajado, a las profundidades del abismo.”
Los Padres de la Iglesia: Simeón, Pacomio, Eulogio, Antonio, veían cada cual a su Lucifer particular (pues cada persona tiene el suyo) bajo el aspecto de alguna deliciosa doncella o de algún varón terrible de relucientes cuernos o de un niño con túnica negra.
Escuchemos el maravilloso canto de Ezequiel (XXVIII, 12,19) al bello Demonio Lucifer-Xolotl:
” Eras el sello de la perfección. Lleno de sabiduría y acabado de belleza. Habitabas en el Edén, en el Jardín de Dios. Vestido de todas las preciosidades. El rubí, el topacio, el diamante, el crisólito, el ónice, el berilo, el zafiro, el carbunclo, la esmeralda y el oro te cubrían.”
“Por la muchedumbre de tus contrataciones se llenaron tus estanques de violencia y pecaste y te arrojé del monte santo y te eché de entre los hijos de Dios. El Querube protector te hizo perecer.” “En Monte Albán este personaje despierta una verdadera afición: La entidad desnuda, con las extremidades contrahechas, la boca felina y una actitud dinámica que singulariza los comienzos de esta ciudad, no pueden representar más que a Xolotl (Lucifer). Su asociación a la vez con el tigre, el fuego, cuyas llamas reemplazan a veces a las pares genitales y el movimiento de caída son pruebas suficientes.”
(Esto es textual de la Obra de Laurette Sejourne, titulada “El Universo de Quetzalcoatl”.)
Ostensiblemente, Xolotl-Lucifer-Prometeo es el doble de Quetzalcoatl, el príncipe de la luz y de las tinieblas que tiene potestad absoluta sobre los cielos, la tierra y los infiernos.
Incuestionablemente, el Divino Daimón es la reflexión de Dios dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, y puede conferirnos el poder, la sabiduría y la igualdad divina: “Eritris sicut dei.” “Seréis como Dioses.”
La Piedra Filosofal (Lucifer-Xolotl) subyace en el fondo mismo de nuestros órganos sexuales y tiene que reconciliar a los contrarios, “Coincidentia oppositorum”, y a los hermanos enemigos.
El Fuego viviente y filosofal de los viejos alquimistas medievales yace latente en el fondo de nuestro sistema seminal y sólo aguarda en acecho místico el instante de ser despertado.
INRI: Ignis Natura Renovatur Integram (El fuego renueva incesantemente a la naturaleza). In Necis Renascor Integer (En la muerte renacer intacto y puro).
Santo Tomás dice: “El más alto, el más perfecto de los ángeles, el ángel preferido de Dios.”
Dante escribe: “Más noble que criatura alguna y la suma de todas las criaturas.”
Indubitablemente, no es en modo alguno Xolotl-Lucifer un agente extraño fuera de nuestra psiquis, al contrario, es ciertamente la sombra de nuestro Ser Divino dentro de nuestro “fondo íntimo particular”.
Escrito está y con palabras de oro en el Libro de la Vida, que en la garra de la pata derecha del Lucifer nahua resplandecen gloriosamente ciertos signos áureos terriblemente divinos.
Xolotl-Lucifer-Prometeo es el entrenador psicológico en el gimnasio de la vida práctica.
Vano somatén, rebato, alboroto, el de ciertas cofradías que propagan por aquí, por allá y acullá, necias infundías difamantes contra el Chnouphis solar gnóstico, el Chrestos Agathodaemon, la Serpiente del Génesis, el Lucifer nahua, el resplandeciente Dragón de Sabiduría.
Malmirado, malquisto Xolotl-Lucifer por aquellos intonsos dechados de sabiduría, que repudiando al Espíritu que vivifica, han interpretado la alegoría de la guerra en los cielos y la lucha de Miguel contra el dragón a la letra muerta sin comprender su honda significación.
Cruzada, refriega celeste que, incuestionablemente se debe procesar en el fondo vivo de nuestra propia conciencia; lucha heroica contra las pasiones animales que llevamos dentro, personificadas en el mí mismo, en el si mismo.
Indubitablemente, nuestro Real Ser interior profundo, tiene que matar o fracasar. En el primer caso, obviamente, se convierte en el matador del Dragón por el hecho mismo de haber salido victorioso de todas las tentaciones puestas por aquél.
Xolotl-Lucifer como ayo, educador, mentor, resulta ciertamente insólito, inusitado, extraordinario. Existe en la tentación luciférica didáctica inimitable, pedagogía portentosa, atracción que asombra, incentivo inconfundible, instigación oculta con propósitos divinales secretos, seducción, fascinación. De todo esto podemos inferir que dentro de nuestras hondas intimidades podemos y debemos luchar contra el Dragón y sus huestes tenebrosas (los defectos psicológicos), si es que en verdad queremos convertirnos en “Hijos de la Sabiduría” y en “Dioses inmortales”…
En la tierra sagrada de los Vedas, Indra, el resplandeciente Dios del Firmamento, mata a Vritra o Ahi, el Demonio-Serpiente, Lucifer-Xolotl, por cuya proeza es Vritra-han, el “Destructor de Vritran, motivo por el cual se le da el sobrenombre de Jishnu, “Conductor de la Hueste celestial”.
La Cruz es un símbolo muy antiguo, empleado desde siempre en todas las religiones, en todos los pueblos, y erraría quien la considerase como un emblema exclusivo de tal o cual secta religiosa. Cuando los conquistadores españoles llegaron a la tierra santa de los aztecas, encontraron a la Cruz sobre los altares.
En el plano de los grandes edificios religiosos de la Edad Media, con la adición de un ábside semicircular o elíptico soldado al coro, vemos la forma del signo hierático egipcio de la Cruz ansada, que se lee Ank y designa a la vida universal oculta en todas las cosas.
Por otra parte, el equivalente hermético del signo Ank es el emblema de Venus o Cipris-Lucifer, el cobre, bronce o latón.
“Blanquea al latón y quema tus libros.” Nos repiten incesantemente todos los mejores autores de la Alquimia medieval.
Ostensiblemente, tal expresión, dicho u oración, traducido sabiamente significa: “Magia sexual, castidad científica, muerte radical del Ego animal.”
Quetzalcoatl, resurrecto después de haber “blanqueado al latón”, se convierte en el lucero de la mañana.
El Apocalipsis de San Juan dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones.” “Y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como a vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.” “Y le daré la estrella de la mañana.” “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.” (Apocalipsis 11, 26-27-28-29).
Bel y el Dragón, Quetzalcoatl y Xolotl, Apolo y Pitón, Krishna y Kaliya, Osiris y Tiphon, Miguel y el Dragón Rojo, San Jorge y su Dragón, siempre son el Logoi particular divinal en cada uno de nosotros y su doble proyectado en nuestra psiquis para nuestro bien.
No está demás afirmar, en forma enfática y con plena lucidez, que matar al Dragón Venus-LuciferXolotl equivale a convertirnos en hijos del mismo, esto es recibir a la Estrella de la mañana.
Los dragones fueron tenidos en toda la antigüedad como símbolos de la Eternidad y de la Sabiduría. Los Hierofantes de Egipto, de Babilonia y de la India, se daban generalmente el nombre de “Hijos del Dragón y de las Serpientes”, corroborando así las enseñanzas del Gnosticismo Universal. Xolotl, la sombra o doble del Cristo mexicano, Quetzalcoatl, precipitándose desde el Empíreo hacia nuestros propios infiernos atómicos, resulta extraordinario, maravilloso.
Xolotl significa a la vez perro y gemelo. No está demás recordar en este capitulo que el Padre Sahagún afirma que el can es el símbolo del Fuego de origen celeste.
El Fuego sexual, el perro, el instinto erótico, Lucifer nahua, es aquel agente extraordinario y maravilloso que puede transformarnos radicalmente.
El perro guía al Caballero conduciéndole por el angosto camino que va de las tinieblas a la Luz, de la muerte a la Inmortalidad.
Es urgente sacar de la morada de Plutón a Xolotl- Cerbero, prodigio de terror que con sus ladridos, sus tres cabezas chatas y su cuello rodeado de serpientes, llena de espanto a los difuntos.
Xolotl-cerbero-Tricípite jala la trailla de su amo llevándole seguro por el escarpado sendero que conduce a la Liberación final.
Xolotl-Lucifer, como arquetipo del penitente y con el cinto de la castidad, convertido en anacoreta, hace luz en las tinieblas y aclara todo el esoterismo crístico.
Xolotl-Lucifer, en posesión de los restos que habrá de resucitar, nos indica la necesidad de morir para ser.
Es urgente excogitar, discurrir, meditar…
Incuestionablemente, la muerte del “mí mismo” es requisito indispensable para la resurrección esotérica que ha de realizarse, aquí y ahora, mediante la Alquimia sexual.
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”
“Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria.” “¿Dónde está, ¡oh muerte! tu aguijón? ¿Dónde, ¡oh sepulcro!, tu victoria?” (I. de Corintios 15, 5354-55).
La didáctica excitante y seductora de Xolotl-Lucifer, inteligentemente aprovechada, hace posible la resurrección mágica.
“La tentación es fuego. El triunfo sobre la tentación es Luz.” Eliminar los elementos indeseables que cargamos dentro es urgente, inaplazable, impostergable.
Resulta urgente, perentorio, apremiante, discriminar, especificar, discernir concretamente sobre ciertos valores simbólicos. Quiero referirme en forma enfática al tigre y al perro.
Incuestionablemente, este Xolotl-Lucifer cargado con el jeroglífico solar, como quiera que se encuentra en la raíz de nuestro sistema seminal, asume el maravilloso papel del perro Cerbero citado por el Dante en la Divina Comedia.
El tigre es diferente, y esto lo saben los “Caballeros tigres, esos jaguares del Movimiento Gnóstico, que cual auténticos felinos de la Psicología Revolucionaria, se han lanzado contra sí mismos, contra sus propios defectos psicológicos.
Indubitablemente, el perro y el tigre se hallan asociados esotéricamente en el mismo trabajo.
La humanización del tigre en el Arte azteca es algo que asombra a todo místico.
En modo alguno sería posible extirpar nuestros agregados psíquicos, esos íntimos defectos que en su conjunto constituyen al Yo, sin el auxilio de esa Partícula divina o Mónada interior recordada por el hacha, signo del rayo que el Hombre-Tigre asume con entera claridad.
Escrito está con entera lucidez en el Libro de la Vida: “Quien quiera subir debe primero bajar.” “A toda exaltación le precede una humillación.”
El descenso a la Novena Esfera, desde los antiguos tiempos, fue siempre la prueba máxima para la suprema dignidad del Hierofante. Jesús, Buddha, Hermes, Quetzalcoatl, hubieron de pasar por esa terrible prueba.
Allí baja Marte para retemplar la espada y conquistar el corazón de Venus, Hércules para limpiar los establos de Augias y Perseo para cortar la cabeza de Medusa.
Quetzalcoatl y su Doble, en las profundidades terrestres, en el Infierno del Dante, en la terrible morada de Plutón, debe morir radicalmente si es que quiere resucitar de entre los muertos.
“En medio de aquel antro un olmo enorme extiende sus ramas seculares; en ellas habitan los vanos sueños de la humanidad doliente, pegados como insectos a sus hojas.
Por allí se pasean los centauros; Briareo, el gigante de los cien brazos; la Hidra de Lerna, a quien mató Hércules cortándole sus múltiples cabezas; la Quimera, monstruo con cuerpo de cabra; las Gorgonas, las Arpías y la Sombra de los tres cuerpos.
Espantosa la ruta que conduce al Tártaro por las aguas del Aqueronte; torbellinos de cieno y agua turbia.
Un horrible barquero de canas erizadas, ojos chispeantes como brasas de carbón y larga barba descuidada, maniobra la barca que pasa a las almas al otro lado.
Una multitud atormentada y diversa se agrupó en la orilla esperando que el barquero la traslade. Pero éste escoge caprichosamente: ora éste, ora aquél, y hay quien aguarda en vano y suplica, pero todo es inútil.
Estas son las almas de los que no recibieron sepultura, que se desesperan en tiempo interminable hasta que una mano piadosa, allá en la tierra, recoge sus cuerpos y encierra en la urna sus cenizas. Entonces la morada de Plutón se abre y las almas entran en su triste reposo, privadas de luz, sombra de lo que fueron.”