¡OH KEB! Genio de la tierra; ¡Poderoso Señor del mundo, sublime protector de las venerables momias en el país asoleado de KEM, Salve!…
¿Qué escuchan mis oídos? ¡Oh dioses del AMEN-RA! Aún resuenan en el fondo profundo de todas las edades, el verbo inefable de Hermes Trimegisto, el tres veces grande, Dios Ibis de Thoth.
Un sopor de eternidad pesa sobre los antiquísimos misterios de la esfinge del desierto y las almas del AMENTI anhelan una nueva manifestación NEPTUNIANO AMENTINA.
En estos momentos me viene a la memoria una reencarnación egipcia. Ciertamente yo nací y viví allí durante la dinastía del faraón Kefren. Aunque mis palabras puedan parecer enigmáticas y extrañas, en verdad os digo que mi cuerpo físico no murió y sin embargo fue al sepulcro.
¿Catalepsia? ¡Si! ¿De qué tipo? Imposible explicaros eso pues ahora vosotros no la entenderíais.
¡Ah! Pero mi caso ciertamente no fue una excepción; muchos otros hierofantes pasaron al sepulcro en estado cataléptico.
Que un tipo muy especial de momias continúen vivas y sin alimento alguno, pero con todas sus facultades naturales en suspenso, es algo que en modo alguno debe sorprendemos.
Recordad que los sapos durante el invierno, sepultados entre el lodo, yacen cadavéricos sin alimento alguno, pero en primavera vuelven a la vida. ¿Habéis oído hablar sobre hibernación? En París ese ramo científico está muy avanzado; un doctor amigo me informó que aquí en Mexico también se iba a establecer. Cualquier organismo humano metido en cámaras de hibernación bajo cero grados, duerme profundamente, parece un cadáver con todas las facultades humanas en suspenso. Se nos ha dicho que el primer hombre que sirvió de conejillo de Indias para tal experimento permaneció en ese estado durante un siglo entero. Dicen de ese sujeto que aun vive.
La Catalepsia egipcia va mucho más lejos; además está sabiamente combinada con la Magia y la Química oculta.
Es obvio que mi alma se escapó del cuerpo; es incuestionable que ese tipo muy especial de momificación no fue óbice para continuar mi ciclo de reencarnaciones. El alma de cualquier hierofante egipcio tiene cuatro cuerpos:
1—LA MOMIA.
2—EL KA (CUERPO ASTRAL).
3—EL BA (CUERPO MENTAL).
4—EL KU (CUERPO CAUSAL),
Yo me alejé de la MOMIA o mejor dijéramos, mi alma se emancipó de aquel cuerpo momificado. Mi alma vestida con sus vehículos superiores continuó en el AMENTI y después siguió reencarnándose en distintos lugares del mundo. Sin embargo aún existe un hilo simpático magnético que en alguna forma mantiene cierta relación entre mi alma y la momia.
A veces mi espíritu se mete entre el cuerpo aparentemente muerto; entonces es obvio que dicho vehículo sale momentáneamente de su estado cataléptico. Mi humana personalidad actual no es óbice para esa clase de experimentos; nadie puede estorbar al espíritu. Él puede sacar la momia de entre la sepultura sumergiéndola dentro de la cuarta dimensión. Él puede abandonar la CUARTA DIMENSIÓN y entrar en este mundo de tres dimensiones para visitar a alguien. Él conoce la región de los canales y de las corrientes, el húmedo lugar, la antesala de esta región química en qué vivimos. Él sabe abrir la puerta de KEM que da acceso a la región del aire. Él tiene poder para llamar a los seres mágicos con cuyo auxilio puede penetrar en la región de los cinco sentidos para hacerse visible y tangible ante alguien. Después de tales experimentos mi espíritu puede hacer regresar la momia a su sarcófago. Después de mi muerte mi alma podría reincorporarse definitivamente en esa momia si TUM así lo quisiera. Entonces tal cuerpo saldría del estado cataléptico definitivamente y mi alma vestida con esa carne podría vivir como cualquier persona, viajando de país en país.
Volvería, a comer, beber, vivir bajo la luz del sol, etc. Dicha momia seria sacada definitivamente de entre su sepulcro a través de la cuarta dimensión.