Mística rosa inefable del profundo valle del espíritu… madre inmortal de mi corazón… ¡Escúchame! Luz de mis ojos, de mi huerto rosa, del horizonte de mi vida oriente, como la hebraica Abigail prudente, cual Ruth amable. ¡Ten piedad de mí! Hurí lozana, de sonrosado color y azules ojos llenos de amor, hermosísima madre mía. Delicada y fresca flor del fecundo continente de mi alma…
Embalsamado jazmín de Jonia, cultivado en un jardín donde hay verdores de Erín sin brumas de Caledonia. Por ti aprendí a amar, sin ti, ciertamente no soy nada. Divina princesa KUNDALINI, adorable serpiente… Tú me enseñaste el secreto del abismo…
Y descendí al mundo soterrado, inquiriendo, indagando, buscando. Sin ti ¡MADRE ADORABLE!, ni siquiera hubiera podido hallar aquella puerta del misterio donde el Dante encontró escritas estas palabras terribles:
“Por mi se va al eterno dolor; por mi se va hacia la raza condenada; la justicia animó a mi sublime arquitecto; me hizo la divina potestad, la suprema sabiduría y el primer amor. Antes que yo no hubo nada creado, a excepción de lo inmortal, y yo duro eternamente. ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!”.
Yo conocí el vestíbulo de los ignavos y el paso del Aqueronte y navegué en la barca de Carón hasta la otra orilla. Yo entré por las puertas malditas de la ciudad de DITE; conozco los profundos fosos que ciñen aquella desolada tierra.
Desgraciado aquél que sucumba ante los espantosos horrores de las tres furias. Y vi a muchos colosos caídos involucionando dentro del reino mineral sumergido. Y vi musas; antes de sonrosada tez, tornándose pálidas y siniestras…
Y encontré el túmulo glorioso y las bacantes acudiendo como siempre a adornar con sus pardálidas. Las bácaris se mustian en las frentes broncíneas de los lúbricos Silenos abismales, y las hiedras de tirsos florecientes secas están como agotados henos. Los insolentes cónsules de Roma, que insumisos asisten al sepelio porque aún su orgullo enervador no doma la coyunda inmortal del evangelio.
Vienen en pos las cortesanas lujuriosas del Lacio, los vates bohemios y degenerados, las doctas greyes hipócritas y perversas, los cerdos materialistas enemigos del eterno. Y en el fulgor de la segur que esgrime contra el mísero mortal la Parca inexorable, nuncio no ven de tránsito sublime, ni entienden voz que de espiritualidad les hable. ¡Ved allí a la famosa emperatriz Semíramis tratando de saciar la sed de su lujuria!
¡Mirad!… más allá está Capaneo el soberbio anciano de Creta, uno de los siete reyes que sitiaron a Tebas; despreció a Dios y aún parece seguir despreciándolo. Y continúan en procesión inagotable Neo quien vengó la muerte de la hermosa Deyanira y hasta dio su vida por ella; el Centauro Quirón quien educó a Aquiles y el irascible Fobo.
¡Oh! …¡Cuántos delitos Dios mío! ¿Cuándo terminaría de enumerarlos? ¿En qué libro podrían caber? Río negro de la humanidad perdida, involucionando en el tiempo, cayendo hacia atrás, hacia el pasado…
Querido lector: ¡Quiera Dios, de tu vida en el camino derramar suave aroma de azucenas, y que apures el néctar cristalino del honesto placer, libre de penas! No desciendas, hijo mío, porque la escala del descenso tiene siete peldaños al cabo de los cuales está el CICLO de la terrible necesidad. Volver a ser bestia, planta y piedra dentro de los mundos infiernos… es ciertamente más amargo que la hiel.
Recordad a las crueles arpías que arrojaron a los troyanos de las Strofades; Dante las vio atormentar en el averno a las humanas plantas haciéndolas sangrar con sus execrables uñas. Quiero que tú sepas que dentro del mismo núcleo de la tierra, donde esté el abominable trono de DITE, yo he visto criaturas fosilizadas reduciéndose a polvareda cósmica.
Horrorífico espectáculo inolvidable y dantesco; meretrices, pelanduscas, fornicando espantosamente en lechos inmundos; hetairas, golfas, rameras, desintegrándose lentamente, perdiendo poco a poco brazos, dedos, piernas, etc. Espeluznante y pavorosa es la muerte segunda; el EGO y sus cuerpos lunares se desintegran en el Tártarus muy lentamente; sufrimiento repugnante para las almas perdidas.
¡Venga Medusa y la convertiremos en piedra! —exclaman las tres furias— hicimos mal en no vengamos de la audaz entrada de Teseo.
Ha poco tiempo ¡Dios mío!… estando en meditación profunda vi dos almas perdidas saliendo del averno después de la muerte segunda… Afortunadamente ya no tenían Ego ni cuerpos lunares, pero sus túnicas sagradas estaban sí, manchadas por el lodo de la tierra. Lloraban las desventuradas criaturas recordando su viaje doloroso por debajo de la corteza terrestre.
A estas horas viven otra vez como GNOMOS jugueteando alegres bajo la tierna mirada de nuestro señor el sol. En alguna futura eternidad ingresarán en los paraísos elementales de las plantas. En un futuro muy remoto podrán tener la dicha de reincorporarse en organismos de animales, ya para volar como águilas o para caminar en los bosques profundos de la naturaleza, o para navegar como peces entre los hondos abismos de las aguas.
Resulta ostensible que esas almas reconquistarán después de muchas billonadas o trillonadas de años, el estado humano que otrora perdieron… ¿Y si por desgracia volviesen a caer? ¡Ay, Ay, Ay!… cuan doloroso es el ciclo de la terrible necesidad.
Venid vosotros que sabéis el verbo, lleno de gracia majestad y brío, que cual Góngora ayer, pule Darío, acendra Icaza y sutiliza Nervo. ¡Ven y verás recónditos raudales esotéricos de fe profunda y de viril denuedo, latentes en las rocas, en los aires, en las aguas y en el fuego! ¡Ay de vosotros, animales intelectuales que pobláis la faz de la tierra! ¡Pobres almas de CONCIENCIA EGOICA vestidas con trajes lunares! Vuestra implacable sed en balde fragua ataques locos insultando al cielo. No habéis conquistado todavía la inmortalidad: Os aguarda la involución sumergida en los MUNDOS-INFIERNOS.
Voy ahora con el alma abierta a relataros una experiencia mística trascendental… escuchadme por favor…
La noche campesina me está hiriendo en su casta belleza con todo su esplendor de motivo en principio. Nosotros —un grupo de hermanos gnósticos— tomándonos por las manos hicimos mágica cadena en el patio de la casa. Oramos mucho: ¡Sí! Y luego… hicimos una invocación a ANAEL el ángel del amor. Por encima de los muros sobrios, mecidos por la brisa, reían deliciosamente los límpidos ramajes, desgranaba la grácil frescura de su risa la plata del arroyo coronada de encajes. Una voz clara y dulce conturbó mis sentidos. ¿Era la voz de sirena o arrullo del mar? ¡Miren, miren, miren,… Viene el ángel Anael… Sí, si, sí respondimos todos.
Nuestros ojos se posaron atentos en un puñado de blancas palomas que alegres volaban sobre nuestra morada… Yo recuerdo todavía el ave de plata y fuego; tan pura, tan tierna, tan suave… esa era el guía.
¡Anael, Anael, Anael!… exclamamos todos…
La noche era dulce y apacible, tenue y fragante… tenía sabor de rosas… Vino entonces una pausa después de tantos gritos de alegría; aguardábamos… suspirábamos… aquellas aves sublimes desaparecieron en el misterio y luego… Tres golpes acompasados y rítmicos resonaron solemnes en la puerta de la casa; yo mismo abrí precipitadamente…
¡Allí están!… ¡Ellos son… Llegaron… así exclamaron todos los hermanos del grupo. Salimos todos a recibir el grupo de hermosos niños celestiales terriblemente divinos… Traían flores en sus manos y en su presencia sentía uno revivir la infancia; a mí me dieron ganas de jugar… Pudimos verificar que esas bellísimas criaturas venían vestidas con el traje de bodas del alma. (Los cuerpos solares).
Dentro del alma de estos ángeles tan puros no hallamos nada que en una u otra forma pudiera parecerse al YO de la psicología. Dentro de esos niños solo resplandece el SER. Es obvio que esos dioses-santos aman intensamente a la pobre humanidad doliente…
Es ostensible que en algún remoto pasado estos venerables trabajaron en la forja de los cíclopes. Sus cuerpos gloriosos les hacen inmortales en todos los departamentos del reino… No resulta difícil adivinar que ellos eliminaron radicalmente los cuerpos lunares…
Humildemente me prosterné a los pies de ANAEL el ángel del amor, necesitaba consultarle algo… La respuesta me dejó plenamente satisfecho. Ya han pasado muchos años y yo sigo meditando… Imposible olvidar todo esto… Hoy rebuscando rancios cronicones con el tesón del clérigo en la celda, escribo para que otros lean.
Nosotros los hermanos de aquel grupo, todavía recordamos la presencia de esos seres inefables, su voz encantadora, su continente majestuoso… La luz del espíritu puro nos tocaba las sienes, hiriéndonos espadas, resplandores, trocando en luces sombras, paso en danza, quietud en escultura y la violencia tímida del aire en cabelleras, nubes, tesoros, alegría…
Olas de luz, clarísimas, vacías, que nuestra sed quemaban, como vidrio, hundiéndonos sin voces, fuego puro, en lentos torbellinos resonantes… Vuelvo a mi soledad… reflexiono y medito…
¿De dónde ha surgido esta multiforme creación? ¿Quién conoce el secreto? ¿Quién lo ha revelado? Los dioses mismos, estas divinas criaturas angélicas, vinieron más tarde a la existencia… Contemplando la eternidad… Antes que fueran echados los cimientos de la tierra… Tú eras…
“Y cuando la llama subterránea rompa su prisión y devore la forma, todavía Tú serás, como eras antes, sin sufrir cambio alguno cuando el tiempo no exista”.
Antes de que amaneciera la aurora del MAHAMVANTARA… La forma Una de existencia sin límites, infinita, sin causa, se extendía sola en sueño sin ensueños y la vida, palpitaba inconsciente en el espacio abstracto absoluto, en toda la extensión de aquella omnipresencia que percibe el ojo abierto de Dangma: Dios nunca muere dicen los bardos melenudos coronados de laureles…
Nosotros cantamos el ocaso de los dioses. La muerte del eterno es muy relativa… Levantemos el cáliz y oremos…
Cuando llega la NOCHE CÓSMICA, el ejército de la voz se sumerge entre el seno del espacio profundo, absoluto, incondicionado… Es ostensible que entonces deja de existir en el Universo…
Al rayar la aurora del Gran Día resurge la gran voz… y el espíritu de Dios se mueve sobre la faz de las aguas…