Muy estimables amigos, reunidos esta noche nos proponemos estudiar el Noveno Círculo Dantesco con el propósito de ahondar más en esta cuestión.
Hemos llegado a través de estas pláticas al centro mismo de la Tierra, el cual es de una inercia espantosa, como quiera que es el núcleo mismo de nuestro planeta.
Al llegar a esta parte, el Dante en su «Divina Comedia» cita inusitadamente la “Lanza de Aquiles”. Se nos ha dicho que tal Lanza, si en principio hería y ocasionaba daños o amarguras, después resultaba una verdadera bendición.
Esto viene a recordarnos claramente la “Lanza de Longinus”, con la cual el centurión romano hiriera el costado del Señor.
Esta misma “Lanza”, empuñada por Parsifal, el héroe maravilloso de la Dramática Wagneriana, vino a sanar el costado de Amfortas.
Ya en nuestros pasados textos hablamos en forma concreta sobre esta “Arma de Eros”.
Entonces dijimos que tal Asta es de tipo fálico, que sabiamente manejada puede ser utilizada para la desintegración del Yo Pluralizado.
Es muy notorio el hecho de que el Dante mencionase precisamente a la “LANZA DE AQUILES” en la Novena Esfera, y esto es algo que debe hacernos meditar…
Conviene recordar que la “Pica Santa” es el emblema mismo del Phalo, donde radica el principio de toda vida, la Electricidad Sexual Trascendente con la cual podemos desintegrar, reducir a polvareda cósmica al Yo Pluralizado.
Quiero en esta plática citar también al “SANTO GRIAL”, aquella Divina Copa o Cáliz Milagroso en que el Gran Kabir Jesús bebiera en la Ultima Cena.
Es claro que tal joya es el símbolo viviente del Útero o “Yoni Divinal” del Eterno Femenino.
Como quiera que hemos entrado en el tema de la Novena Esfera, no podíamos olvidar en esta plática mencionar el Cáliz y la Lanza de los Grandes Misterios Arcaicos.
En la Novena Esfera se desintegran definitivamente las criaturas involucionantes. ¿Qué fue de Nemrod y su Torre de Babel? ¿Qué será de los modernos fanáticos de tal Torre? En vano intentarán asaltar el Cielo con sus cohetes: Los viajes cósmicos no le son permitidos a los Animales Intelectuales; intentarlo es un sacrilegio. Tales viajes son exclusivos del Hombre Auténtico, legítimo y verdadero.
Después de la Gran Catástrofe que se avecina, los bribones intelectuales de la Torre de Babel ingresarán a los Mundos Infiernos, para reducirse a polvareda cósmica en la Novena Esfera.
¿Qué fue de Efialto? Logró conmover a los Dioses encarnados en la antigua Atlántida; sin embargo, se redujo a polvo en el Noveno Círculo Dantesco.
¿Qué fue de Briareo, el de los cien brazos, viva representación alegórica de los “Señores de la Faz Tenebrosa” que otrora poblaran la sumergida Atlántida… En el Noveno Círculo Infernal o de Neptuno se disolvió convirtiéndose en polvo de la Tierra.
En esta Zona Neptuniana Sumergida se reducen a cenizas los TRAIDORES… ¡Ay de Bruto, Casio y el Judas interior de cada viviente!
¿Y qué fue de ti, Alberigo de Manfredi, señor de Faensa? ¿De qué te sirvieron tus buenas intenciones y el haber ingresado a la Orden de los “Hermanos Gozosos”? Bien saben los Divinos y los humanos el horroroso crimen que cometisteis. ¿No fuiste acaso tú aquel que asesinara a sus parientes en pleno festín?
Dice la leyenda de los siglos que fingiendo reconciliarte con ellos, los hicisteis asesinar en célebre banquete, precisamente al final, en el instante mismo en que se servían los postres. Sin embargo, continuasteis viviendo; así parecía a las gentes; mas en verdad ingresasteis al Noveno Círculo Infernal en el momento mismo en que se consumara el delito. ¿Quién quedó habitando tu cuerpo? ¿No fue acaso un demonio?
¡Ay de los traidores! ¡Ay de aquellos que cometen semejantes crímenes! Estos son juzgados de inmediato por los Tribunales de la Justicia Objetiva y sentenciados a muerte. Los “Verdugos Cósmicos” ejecutan la sentencia; y tales desdichados desencarnan de inmediato, pasando al Noveno Círculo Dantesco, aunque sus cuerpos físicos no mueran; pues sabido es que cualquier demonio reemplazando al traidor, queda metido entre su cuerpo, con el fin de que no se alteren los procesos kármicos de aquellas personas o familiares que en una u otra forma, estén relacionados con tales perversas personalidades.
Aunque parezca increíble, actualmente ambulan por las calles de las ciudades muchos “muertos vivientes”, cuyos verdaderos propietarios viven en los Mundos Infiernos.
P- Venerable Maestro, si la Esencia embotellada en el Yo Pluralizado es la que transmigra a los Mundos Infiernos, este reemplazo del que usted nos habla ¿significa acaso que otra Esencia toma el cuerpo del muerto viviente?
R- Amigos, repito: Cualquier demonio puede reemplazar al ex-propietario del cuerpo. Puede darse también el caso, de que el demonio que queda dueño de la situación, amo y señor de tal vehículo abandonado, sea uno de los demonios menos perjudiciales que formaron parte del Ego precipitado al Averno.
Así pues, los Jueces de la Justicia Celestial condenan los delitos de alta traición con la pena de muerte.
P- Maestro, ¿qué se entiende por delito de “alta traición”?
R- Amigos, existen muchos géneros de traición, mas algunos, tan graves, que de hecho se pagan con pena de muerte.
Eso de invitar a tal o cual persona o personas a un banquete y luego asesinarlos en el mismo, alegando este u otro motivo, es un crimen tan grave que no se puede pagar en otra forma; en este caso el traidor desencarna de inmediato y su cuerpo queda en manos de algún demonio.
Es evidente que las gentes en modo alguno se dan cuenta de lo que ha sucedido en el fondo de la personalidad del traidor, pero a los Jueces de la Justicia Celestial lo único que les interesa es que se cumpla la sentencia, y eso es todo.
P- Maestro, no he entendido suficientemente lo relacionado sobre la Esencia, pues no comprendo que el demonio que reemplaza al ex-propietario del cuerpo del traidor tenga vida física carente de Esencia.
P- ¿Qué nos dice el Maestro G. sobre el particular?
R- El Maestro G. dice que hay muchas gentes en las calles sólo con su Personalidad, pero carentes de Esencia. Es decir, que andan “vivos” y, sin embargo, son “muertos”.
Amigos, me viene a la memoria aquel versito que dice:
El demonio que reemplazara al dueño de un cuerpo puede ya no tener Esencia de ninguna especie, y con esto queda aclarada completamente mi explicación. Estos son los casos de los desalmados citados por H.P.B. en su «Doctrina Secreta». No soy el primero en mencionar este asunto, ni tampoco el último, mas sí soy el primero en aclararlo totalmente.
P- Venerable Maestro, ¿quisiera darme una explicación acerca de lo que habló anteriormente, relacionado con el Verdugo Cósmico?
R- Veo aquí en el auditorio a un Misionero Gnóstico Internacional, quien muy sinceramente ha formulado la pregunta…
Los Tribunales de la Justicia Objetiva (para diferenciarlos de la Justicia Subjetiva de este mundo vano en que vivimos), tienen bajo su servicio “Verdugos Cósmicos”.
En estos momentos me viene a la memoria dos de ellos muy famosos que trabajaron en el antiguo Egipto de los Faraones. Esta clase de verdugos actúan de acuerdo con la Gran Ley, y están más allá del Bien y del Mal; tienen poder sobre la Vida y poder sobre la Muerte…
Recuerdo con entera claridad meridiana algo insólito que me acaeció en mi presente existencia… Después de haber concluido todos los procesos Esotéricos-Iniciáticos, fui sometido a muchísimas pruebas, mas había una en la cual fallaba lamentablemente. Quiero referirme en forma enfática al problema sexual.
Por aquella época, hace ya muchísimos años, me sucedía siempre lo inevitable: Fallaba en los momentos decisivos y me tragaba las manzanas del Jardín de las Hespérides lamentablemente…
En el Mundo Físico guardaba la más absoluta Castidad. El desastre siempre me sucedía fuera del cuerpo, en los Mundos Superiores; en presencia de muchas damas inefables fracasaba.
Una y otra vez sucumbía ente los procesos impúdicos de Gundrigia, Kundry, Salomé, la Eva Seductora de la mitología hebraica… Lo grave del caso es que a pesar de haber salido triunfante en todas las pruebas Esotéricas-Iniciáticas anteriores, habían venido a sucederme estos fracasos precisamente al final de la “Montaña de la Iniciación”.
Mi caso era verdaderamente lamentable, y en todas esas escenas de tipo erótico, bajo el Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, no era yo dueño de mí mismo: Un demonio se me metía en la mente, se adueñaba de mis sentidos, controlaba mi voluntad, y así fallaba desgraciadamente…
Yo sufría lo indecible, “la herida de Amfortas” sangraba en mi costado y el remordimiento era espantoso…
Me sucedió que al fin un día, mortalmente herido en lo hondo de mi Alma, clamé a mi Divina Madre Kundalini solicitando auxilio, y éste no se hizo esperar…
Una noche cualquiera, mi madre adorable me sacó del Cuerpo Físico y me llevó ante los Tribunales de la Justicia Objetiva.
Grande fue mi terror cuando me vi en presencia de los Jueces en el Tribunal del Karma. Muchas gentes llenaron la Sala; había pavor en todos los rostros y angustia en todos los corazones.
Avancé algunos pasos en la Estancia de la Verdad-Justicia, y el Juez abrió el Libro y leyó: “Crímenes contra la Diosa Luna, aventuras de Don Juan Tenorio, la época de los trovadores medievales y de los caballeros andantes y de las ciudades feudales”.
Luego, con voz tremenda pronunció la sentencia de muerte y ordenó al Verdugo Cósmico, en forma imperante, que la ejecutara de inmediato.
Todavía recuerdo el indecible terror de esos instantes: Mis piernas temblaban en el preciso momento en que el Verdugo, desenvainando su flamígera espada, la dirigía amenazante contra mi indefensa persona.
En esos segundos que me parecieron siglos de tortura, pasaron por mi mente todos los sacrificios por la humanidad, mis luchas por el Movimiento Gnóstico, los libros que había escrito, etc., etc., etc., y me dije a mí mismo: “¿Y ésta es la suerte que ahora me aguarda, tanto que sufrí por la humanidad? ¿Este es el pago que los Dioses me dan? ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!”
De pronto siento que en mi interior algo se mueve y se agita violentamente, en tanto que el verdugo dirigía la punta de su espada hacia mí…
Luego veo con asombro místico a un demonio lujurioso, terriblemente perverso, que saliendo de mi cuerpo por la Espina Dorsal, toma la forma de un caballo que relincha…
El verdugo dirige ahora su espada hacia la bestia maligna, y ésta se cae de cabeza hacia el fondo del negro precipicio. Sus patas y cola quedan hacia arriba, y por último, el cuerpo entero de aquella abominación espantosa penetra totalmente bajo la epidermis del globo planetario, para perderse entre las entrañas tenebrosas del Averno…
Así fue, amigos míos, cómo quedé libre de aquel Yo lujurioso que en la Edad Media creara, cuando andaba como Bodhisattva caído sobre regia cabalgadura en los empedrados caminos, que de castillo en castillo me llevaron por las tierras de los señores feudales.
Ya libre de esa abominación de la Naturaleza, me sentí dichoso; no volví a fallar en las pruebas sexuales, fui dueño de mí mismo y pude proseguir por la Senda del Filo de la Navaja.
He aquí, señores y señoras, el bien tan grande que a mí me hiciera el Verdugo Cósmico. Incuestionablemente, esta clase de seres está más allá del Bien y del Mal, y son terriblemente Divinos.
En modo alguno quiero hacer demagogia; no pretendo por ello alabar ni remotamente a los verdugos infames de la Justicia Subjetiva, de la justicia terrenal, de esa vana justicia que se compra y se vende. Me estoy refiriendo exclusivamente a Individuos Sagrados de la Justicia Objetiva, de la Justicia Celestial, y esto es radicalmente diferente…
P- Maestro, al principio de su impresionante narración sobre los seres que ingresan al Noveno Círculo Dantesco, se refiere a los actuales constructores de la Torre de Babel, y mencionaba a los hombres de ciencia que envían cohetes al espacio. ¿Quisiera aclararme de qué son culpables estos sabios de la ciencia moderna?
R- Distinguido caballero, con el mayor gusto me apresuro a responder a su pregunta… Viejos textos de la Sabiduría Antigua dicen que los Titanes de la sumergida Atlántida quisieron asaltar el Cielo y fueron precipitados al Abismo.
Quiero que ustedes, señores y señoras, se den cuenta cabal de que los sabios del Siglo XX no son los primeros en lanzar cohetes al espacio, ni tampoco los únicos terrícolas que hayan podido enviar astronautas a la Luna.
Nemrod y sus secuaces, los fanáticos de la Torre de Babel, habitantes de la sumergida Atlántida, crearon mejores cohetes impulsados por energía nuclear y enviaron hombres a la Luna.
Esto me consta a mí; lo vi, y de ello doy testimonio porque yo viví en la Atlántida. Todavía recuerdo un aeropuerto del sumergido continente. Muchas veces, desde un restaurante vecino (“Caravansin” o “Asana”), vi muchas veces partir esas naves entre los gritos de entusiasmo de las enaltecidas multitudes. ¿En qué quedó todo esto? ¿Qué fue de los Titanes? Ahora sólo podemos hallar polvo en el Noveno Círculo Infernal…
Amigos, señoras, no olviden ustedes que el espacio es infinitamente sagrado, y que por ende la navegación interplanetaria está controlada por Leyes Cósmicas muy severas.
El error de estos modernos secuaces de la Torre de Babel, consiste precisamente en su autosuficiencia. Estos ignorantes ilustrados, estos sabihondos parten del principio equivocado de que ya son “Hombres”, no quieren darse cuenta de que aún no han llegado a la estatura de tales; son únicamente “homúnculos racionales”, “Humanoides intelectivos”.
Para ser “Hombres”, se necesita haberse dado el lujo de crear para su uso personal, un Cuerpo Astral, un Cuerpo Mental, un Cuerpo Causal. Sólo quienes hayan creado tales Vehículos Suprasensibles, podrán encarnar realmente a su Real Ser, que los colocaría de hecho dentro del reino de los Hombres.
Absurdo es pues que los animales racionales abandonen el “zoológico” (el planeta Tierra) para viajar a través del espacio infinito.
Es pues de saber que estos sabihondos de la Torre de Babel serán fulminados con el Rayo terrible de la Justicia Cósmica y perecerán en el Noveno Círculo Dantesco.
Vestido con el Eidolón (Cuerpo Astral), he pasado horas enteras entre las entrañas de la Tierra, en el mismo centro de gravedad permanente, en el núcleo de nuestro mundo.
Es tal Región terriblemente densa, pues cada átomo de la citada zona lleva en su vientre 864 átomos del Sagrado Sol Absoluto.
Igual número de Leyes (864) controlan a las infelices criaturas que en proceso de franca desintegración, se encuentran en esa zona…
Caminando por allí, vi una piedra sobre la cual había una cabeza semejante a la humana; ésta se movía muy lentamente, repitiendo mecánicamente todo aquello que a mí se me ocurría decir. Tratábase de alguien que ya se había mineralizado totalmente, y que incuestionablemente se estaba descomponiendo y desintegrando, para reducirse por fin a polvareda cósmica.
Continuando mi camino entre las entrañas del mundo, sentí de pronto sobre mis hombros como si un ente diabólico se hubiera posado sobre mí. Me sacudí con fuerza y aquella criatura cayó entonces al suelo, un poco más adelante…
Después, prosiguiendo por el camino solitario del Tenebroso Tartarus, en aquellas espantosas profundidades, donde el tiempo es terriblemente largo y tedioso, entré a un cuarto inmundo donde había una prostituta que se revolcaba en el “Lecho de Procusto”, desintegrándose lentamente. Aquella ramera perdía dedos, brazos, piernas, lentamente, poco a poco, y copulaba incesantemente con cuanta larva se acercara a ella…
Salí de allí, de esa horrible alcoba, terriblemente conmovido… Por último, algo insólito sucede: Veo un par de brujas vestidas de negro, que flotando lentamente sobre el piso se dirigen a una cocina.
Allí las arpías esas preparan sus brebajes, sus filtros, sus hechizos, para causar daño a otras infelices del Tenebroso Tartarus…
El tiempo va pasando y yo comienzo a sentirme fastidiado en tan grosera materialidad; anhelo entonces salir de ella, subir a la superficie de la Tierra, volver a ver la suave luz del día…
Mi aspiración no es vana. Pronto soy auxiliado, y mi Real Ser me saca otra vez de entre aquellos Abismos, para contemplar nuevamente las hermosas montañas, los profundos mares, la luz del Sol y las rutilantes estrellas…
Amigos, recordad la “Ciudad de Dite”, el Noveno Círculo Infernal. Ahí exhalan su postrer aliento aquellos que han involucionado en el tiempo…
Lucifer-Prometeo, “el Adversario”, ese vil gusano que atraviesa el corazón del mundo, tuvo el rostro más bello, aunque ahora se halla encadenado a la roca fatal de la impotencia…
No pensemos en un Lucifer dogmático, sino en el “Lucifer Interior” de cada cual, en aquella reflexión del Logos que se encuentra dentro del fondo íntimo de toda persona.
Se dice que “llora con seis ojos”, y este número nos invita a la reflexión. “666” es el número de la Gran Ramera, y sumando cada número entre sí, tenemos el resultado: 18. Continuando con nuevas adiciones llegaríamos a la siguiente síntesis: 1 + 8 = 9, la Novena Esfera, el Noveno Círculo Dantesco.
Lucifer es pues, esa fuerza revolucionaria que se halla en el fondo de nuestro sistema sexual, y que sabiamente manejada puede transformarnos en Dioses.
A aquellos que no saben manejar la Fuerza Luciférica, ¿con quiénes los compararé? Posiblemente a los aprendices de electricidad o a los incautos, que no teniendo tal profesión, ignorando el peligro, osan jugar con cables eléctricos de alta tensión; indubitablemente son fulminados y precipitados al Abismo.
El aspecto negativo de Lucifer-Prometeo nos conduce al fracaso inevitablemente, y por ello se dice que él es “el Adversario” que mora en el corazón del mundo. La antítesis de Lucifer, o el aspecto superior del mismo, es el Logos Solar, el Cristo Cósmico.
Lucifer, es escalera para bajar al Averno y escalera para subir. Comprensión es lo indispensable; recordad que nuestro lema divisa es Thelema (Voluntad)…
Es necesario aprender a distinguir lo que es una “caída” de lo que es una “bajada”; nosotros necesitamos bajar a la Novena Esfera (el Sexo), para fabricar los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser y disolver el Ego.
En el Noveno Círculo está el “pozo del universo”, el centro de la gravedad planetaria.
No está de más recordar que en la Novena Esfera Sumergida, tienen los órganos creadores de la humana especie, su plena representación.
Nadie podría subir sin haberse tomado antes la molestia de bajar. “A toda exaltación le antecede una terrible y espantosa humillación”.
Bajar a la Novena Esfera es indispensable. Unos lo hacen en vida, por su propia voluntad espontáneamente y para su Auto-Realización Íntima, y otros, la mayoría, las multitudes, lo hacen en forma inconsciente cuando descienden en el Abismo de Perdición.
P- Venerable Maestro, quisiera que nos explicara el por qué al sexo también se le llama la Novena Esfera. ¿Acaso guarda relación con el centro de la Tierra?
R- Amigos, es urgente comprender que en las Dimensiones Superiores de la Naturaleza, sumergidas bajo la epidermis de la Tierra, existe, por Ley de Antítesis, un Noveno Círculo de Gloria, donde los Iniciados de la Fraternidad Universal Blanca pueden ver en forma concreta, trazado el signo del infinito, el Santo Ocho, colocado éste horizontalmente. Quienes han estudiado la Kábala Esotérica conocen muy bien el significado íntimo de esta mágica figura.
El extremo superior de tal signo simboliza el cerebro; el extremo inferior alegoriza el sexo, y el centro de esta magnífica figura es el atómico punto donde gravitan las Nueve Regiones Sumergidas. He ahí pues, el cerebro, corazón y sexo del genio planetario…
La lucha es terrible: Cerebro contra sexo; sexo contra cerebro. Cuando el sexo vence al cerebro, cuando queda sin control alguno, somos precipitados de cabeza al Abismo. Cuando el cerebro y el sexo se equilibran mutuamente, nos Auto-Realizamos íntimamente.
Todas las criaturas que existen sobre la faz de la Tierra han sido creadas de acuerdo con este Santo Símbolo del Infinito; ahora os explicaréis, pues, por qué el sexo se corresponde con la Novena Esfera.
Nueve meses permanece la criatura entre el vientre materno. Nueve Edades estuvo la humanidad metida dentro del vientre de la Gran Naturaleza, Rea, Cibeles, etc., etc., etc. Con esto creo muy seriamente haber dado respuesta a la pregunta del caballero.
P- Venerable Maestro, quisiera saber cómo sale a la luz del Sol la Esencia, una vez que el Ego ha sido reducido a polvareda cósmica en este Noveno Círculo del centro de nuestro planeta.
R- Volvamos ahora pues, a las cuestiones de las Dimensiones Infernales o Infra-dimensionales de la Naturaleza, después de haber hablado sobre el Signo del Infinito y las Dimensiones Superiores de la Naturaleza.
Después de exhalarse el postrer aliento en esa región donde se encuentra el “Trono de Dite”, la Esencia, el Material Psíquico, aquello que tenemos de Alma, queda libre, sin Ego, pues, como ya dijimos, este último se reduce a polvareda cósmica.
Emancipada la Esencia, asume una hermosísima figura infantil llena de radiante belleza. Este es el instante solemne en que los Devas de la Naturaleza examinan la Esencia liberada.
Después de haber ellos comprobado hasta la saciedad que ya no posee ningún Elemento Subjetivo, infrahumano, le conceden boleta (documento) de libertad. Quiero decir con esto que otorgan al Alma la dicha de la Liberación…
Instantes felices son aquellos en que el Alma del fallecido penetra por ciertas “puertas atómicas” luminosas que le permiten de inmediato la salida a la luz del Sol.
Ya libre la criatura sobre la epidermis de nuestro mundo, reinicia una nueva Evolución. Entonces se convierte en Gnomo o Pigmeo del Reino Mineral; proseguirá más tarde su Evolución ascendiendo por las escalas Vegetal y Animal hasta reconquistar, en un lejano día, el estado de Humanoide Intelectual que otrora se perdiera.
Samael Aun Weor
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