ORO Y MERCURIO

1- El oro muerto no sirve, hay que vivificarlo.

2- Así como el Sol da su luz a los planetas, así también el oro puede transmutar todos nuestros metales imperfectos.

3- Empero el oro muerto no sirve, hay que vivificarlo, reducirlo a su hembra, es decir a su materia prima, y rehacer por retrogradación el camino de la regeneración.

4- El oro Espiritual es el Fuego Sagrado, el pleroma inefable del Espíritu.

5- En vez de eyacular ese oro Espiritual, hay que hacerlo subir por los dos cordones ganglionares para conseguir la regeneración del Ser.

6- Así es como vivificamos el oro muerto, reduciéndolo a su materia prima para convertirlo en oro volátil y Espiritual.

7- El oro volátil es la medicina perfecta.

8- El oro volátil es el Fuego del Kundalini.

9- El oro tiene afinidad con el Mercurio, ambos son incorruptibles y perfectos.

10- Los metales menores son el plomo y el estaño que son blandos, y el hierro y el cobre que son duros.

11- Todos estos metales de nuestra personalidad humana, se transmutan en oro volátil, con los polvos de proyección.

12- Estos polvos son los Elixires blanco y rojo de la Alquimia Sexual. (Véase el Capítulo ELIXIRES BLANCO Y ROJO).

13- En el oro se encuentra la cuadratura del Círculo.

14- El Mercurio y el oro indisolublemente unidos, forman el Caos.

15- El oro fecunda al Mercurio, para que surja la creación.

16- Uno más dos, igual tres.

17- El padre y la madre se unen para que nazca el hijo, y la familia toda junta es el cuatro.

18- Es la cuadratura del círculo.

19- Así pues, la cuadratura del círculo se halla encerrada en el oro volátil.

20- El oro potable es el mismo oro volátil.

21- Ese oro volátil es el Fuego Sagrado del SEXO.

22- El Mercurio se transmuta en Oro volátil.

23- El oro, en ultima síntesis, viene a ser Mercurio perfecto.

24- El Mercurio es el agua del Caos, es el Semen Cristónico que se transmuta en el oro vivo del Espíritu.

25- Según Avicenna, los metales no pueden ser transmutados en oro, sino después de reducirlos a su materia prima.

26- La materia prima de la Gran Obra es el mercurio de la filosofía secreta.

27- Ese mercurio es nuestro propio Semen Cristónico.

28- El SOL es el Padre de todos los metales, La Luna es la Madre.

29- De estos dos Astros depende todo nuestro magisterio del fuego.

30- El Sol es el hombre, la Luna es la mujer: de la unión sexual de ambos depende todo el magisterio del fuego.

31- El hombre y la mujer son el Padre y la Madre de todos esos metales de nuestra personalidad, que tenemos que transmutar en el oro puro del espíritu.

32- Empero, no debemos trabajar en el magisterio del Fuego sin antes haber reducido todos nuestros metales a la materia prima de la Gran Obra.

33- Con esto queremos decir que debemos dejar a un lado toda clase de Teosofismos, Rosacrucismos, Espiritismos, Ferrierismos, etc., y comprender totalmente los que es el Mercurio de la filosofía secreta.

34- Raymundo Lulio en su Clavícula, dice:

35- “Por esto os aconsejo que no obréis con el sol y con la Luna sino después de haberlos llevado a su materia prima, que es el azufre y el mercurio de los filósofos”.

36- En otras palabras, esto significa: “NO FORNICAR”.

37- Debemos acumular todo nuestro Semen Cristónico, para transmutarlo en el fuego vivo del Espíritu.

38- Debemos reducir todos nuestros metales a este Mercurio de la filosofía secreta.

39- El Gnóstico solo se una a su mujer, para trabajar con la materia prima de la Gran Obra.

40- Raymundo Lulio, dice:

41- “¡Oh hijos míos! Aprended a serviros de esa materia venerable, porque os lo advierto, bajo la fe del juramento, que si no sacáis el mercurio de esos dos metales, trabajaréis como ciegos en la oscuridad y en la duda”.

42- “Por eso, ¡oh hijos míos! Os conjuro a que marchéis hacia la luz con los ojos abiertos, y no caigáis como ciegos en el abismo de perdición”.

43- Así pues, hermanos GNÓSTICOS, guardad el Sexto Mandamiento de la Ley de Dios, que dice: “NO FORNICAR”.

44- Aprended a manejar la materia venerable de nuestro Semen Cristónico.

45- Sacad del Sol y de la Luna, es decir, del hombre y de la mujer, de estos dos metales, el Mercurio de la filosofía secreta.

46- Trabajad con ese Mercurio, y “aprended a serviros de él, para que marchéis hacia la luz, con los ojos abiertos, y no caigáis como ciegos en el abismo de la perdición”.

47- Así engendraréis al Rey coronado con la diadema roja, al Maestro de transmutaciones metálicas.

48- Este es el Ave Fénix que renace de sus propias cenizas.

49- Ese es la Salamandra que subsiste entre el Fuego.

50- Ese es el Camaleón universal que se reviste de innumerables colores.

51- A veces es negro, a veces es rojo, a veces blanco, o de distintos colores.

52- Nuestro Mercurio se negrea, se enrojece, se blanquea, y se reviste de mil cambiantes colores, que se observan en las cambiantes atmosféricas del alquimista.

53- Hay que cocer, cocer y recocer, y no cansarse de ello.

54- Así transmutamos el Mercurio en oro potable.

55- Así conseguimos el ligamen de la Cruz con el triángulo.

56- El recipiente debe estar bien cerrado, para evitar que se escape ni siquiera una gota de nuestro Mercurio filosófico.

57- Si la simiente del trigo es arrancada de la tierra durante el proceso de putrefacción, entonces no brota la espiga, y la simiente muere.

58- Así también nuestra simiente no debe ser sacada o arrancada de nuestra tierra filosófica, porque entonces se perdería la simiente y los Universos por florecer, y fracasaríamos en la Gran Obra.

59- La generación va seguida siempre de regeneración, que es la brotación o crecimiento de nuestros seres.

60- Así nosotros debemos reducir el oro muerto a su hembra, a la materia prima, y rehacer por retrogradación, es decir por transmutación, el camino de la regeneración.

61- Así convertimos el oro muerto en oro vivificador.

62- Lo importante es no arrancar la simiente de nuestra tierra filosófica.

63- El oro y el Sol poseen todas las virtudes del universo.

64- No olvidéis, hermanos Gnósticos, que nuestra tierra filosófica es nuestro propio organismo humano.

65- No arranquéis de la tierra filosófica las simientes eternas.

Samael Aún Weor

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