El Estado debe invertir parte de sus fondos en fomentar la construcción de viviendas baratas.
Es justo que los trabajadores en general tengan la dicha de su casa propia. Hemos visto trabajadores, de todos los gremios, viviendo en chozas de palos y latas, casuchas de cartones, cuevas inmundas, como cerdos. No existe compasión para estos obreros; la Sociedad no les perdona el delito de ser humildes siervos de ella.
En alguna ciudad, un líder ferroviario fue encarcelado por reclamar viviendas para sus compañeros. Es doloroso ver familias completas viviendo en piezas, en cuartuchos inmundos. En España, por ejemplo, viven en un miserable cuarto de pocos metros, hasta tres familias amontonadas como animales. En otras partes se han inventado los llamados “Multifamiliares” que lo mismo que los rascacielos, no solucionan el problema de la vivienda. Allí los niños no tienen espacio para jugar, para tomar el sol. Estos edificios no son más que gallineros. Como si no hubiera tierra donde construir verdaderas casas; y el resultado es fatal. Las enfermedades se contagian con suma facilidad, los niños se levantan débiles. Los poderosos de la tierra dicen: “Para que jueguen los niños, existen los parques”… ¿Qué tiempo le queda al padre, a la madre para salir con sus niños a los parques? Total, que ni el niño, ni el anciano, tienen derecho a tomar los rayos del sol, ni el perfume del jardín.
¿Y el casero, el arrendador? Este es implacable, no admite excusas, el dinero hay que tenérselo por encima de todo, listo y a la mano. El casero no tiene compasión, no tiene caridad. Si no hay dinero para pagar el alquiler, madres, ancianos, niños, muebles, todo va a la calle. El casero se olvida de que todos somos humanos, de que todos somos hermanos.
El problema de la vivienda es gravísimo. Ha llegado la hora de MUNICIPALIZAR la VIVIENDA. Por eso proponemos dos cosas:
Primero: MUNICIPALIZACIÓN DE LA VIVIENDA.
Segundo: DESCONGESTIONAMIENTO DE LA VIDA URBANA.
Con el primer punto propuesto se acaba para siempre la explotación del casero. Con el segundo se descongestiona la vida urbana, mejorando notablemente, la situación económica y social del pueblo.
La Municipalización de la vivienda, daría al Estado fondos monetarios para ampliar el espacio vital de la vida urbana. El sistema de Casa-granja, además de poderse construir en la periferia de todas las ciudades, resulta inmensamente productivo para la Sociedad, pues la granja casera daría productos agrícolas de diario consumo. Lo mismo que los animales de corral. Algunos gobiernos ya han iniciado este sistema con maravillosos resultados. El Estado puede comprar, permutar, casas, lotes; dar facilidades para la construcción mediante pequeños préstamos. La idea está en marcha, pero hay que intensificarla para que todos gocen de su casa propia.
La Municipalización de la vivienda debe convertirse en Ley. Respetar los bienes ajenos es Ley, del mismo modo, construir casa con facilidades de pago, controlados por el municipio, debe ser Ley obligatoria.
Ningún Estado debe ser indiferente ante el problema de la vivienda; en un Estado indolente y cruel, no hay Justicia.
El Estado debe ser Padre y Madre para el Pueblo.
Samael Aun Weor