Citemos esta terrible profecía que sería realizada en el Tíbet, citada por los esoteristas y atribuida a “Melchisedek, Genio del Mundo:”
“Los hombres cada vez más olvidarán sus almas para ocuparse sólo de sus cuerpos. La mayor corrupción va a reinar sobre la tierra. Los hombres se asemejarán a las bestias feroces, sedientos de la sangre de sus hermanos. La media luna se apagará, cayendo sus adeptos en la guerra perpetua. Caerán sobre ellos las mayores desgracias y acabarán luchando entre sí.
Las coronas de los reyes, grandes y pequeños, caerán: Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, estallará una terrible guerra entre todos los pueblos. Los océanos rugirán… la tierra y el fondo de los mares se cubrirán de osamentas… desaparecerán reinos, morirán pueblos enteros… el hambre, la enfermedad, crímenes no previstos en las leyes, no vistos ni soñados aún por los hombres. Vendrán entonces los enemigos de Dios y del Espíritu Divino, los cuales yacen en los propios hombres. Aquellos que levanten la mano sobre otro perecerán también. Los olvidados, los perseguidos, se erguirán después y atraerán la atención del mundo entero. Habrá espesas nieblas, tempestades horribles.
Montañas hasta entonces sin vegetación se cubrirán de florestas. La tierra toda se estremecerá… millones de hombres cambiarán las cadenas de la esclavitud y las humillaciones por el hambre, la peste y la muerte. Las carreteras se llenarán de multitud de personas caminando al ocaso de un lado para otro. Las mayores, las más bellas ciudades desaparecerán por el fuego… Uno, dos, tres.
De cada diez mil hombres sobrevivirá uno, el cual quedará desnudo, destituido de todo el entendimiento, sin fuerzas para construir su vivienda o buscar alimentos. Y estos hombres sobrevivientes aullarán como lobos feroces, devorarán cadáveres y mordiendo su propia carne, desafiarán a Dios para combate.
La Tierra toda quedará desierta y hasta Dios huirá de ella… Sobre la tierra vacía, la noche y la muerte. Entonces yo enviaré un pueblo desconocido hasta ahora, el cual con mano fuerte arrancará las malas hierbas del terreno del cultivo y del vicio y conducirá a los pocos que permanecen fieles al espíritu del hombre en la batalla contra el mal.
Fundarán una nueva vida sobre la tierra purificada por la muerte de las naciones.”
Zorocotora Melquisedek