Eran cuidadosos en las cosas de dios; sólo un dios tenían; lo tenían como único dios; lo invocaban, le hacían súplicas. su nombre era Quetzalcóatl.
Y eran tan respetuosos en las cosas de dios, que todo lo que les decía el sacerdote Quetzalcóatl lo cumplían, no lo deformaban.
Él les decía, les inculcaba:
«Ese dios único, Quetzalcóatl es su nombre. Nada exige, sino serpientes, sino mariposas, que vosotros debéis ofrecerle, que vosotros debéis sacrificarle».
Códice Matritense