En la vida el hombre se enfrenta con innumerables problemas. Cada persona necesita saber cómo resolver cada uno de estos problemas inteligentemente. Necesitamos comprender cada problema. La solución de todo problema está en el problema mismo.
Ha llegado la hora de aprender a resolver problemas. Existen muchos problemas: económicos, sociales, morales, políticos, religiosos, familiares, etc., y nosotros debemos aprender a resolverlos inteligentemente. Lo más importante para la solución de todo problema es no identificarse con el mismo.
Uno tiene cierta tendencia a identificarse con el problema y es tanta la identificación que de hecho nos convertimos en el problema mismo. El resultado de semejante identificación es que fracasamos en la solución porque un problema no puede resolver jamás otro problema.
Para resolver un problema se necesita muchísima paz y quietud mental. Una mente inquieta, batalladora, confundida, no puede resolver ningún problema. Si Ud. tiene un problema muy grave no se identifique con el problema, no se convierta Ud. en otro problema, retírese a cualquier lugar de esparcimiento sano: un bosque, o un parque, o la casa de un amigo muy íntimo, etc.
Distráigase con algo distinto, escuche buena música, y luego con su mente tranquila y quieta, estando en perfecta paz, trate de comprender profundamente el problema recordado que la solución de todo problema está en el problema mismo.
Recuerde Ud. que sin paz no puede hacer nada nuevo. Ud. necesita quietud y paz para resolver el problema que se le presente en la vida. Ud. necesita pensar de un modo completamente nuevo acerca del problema que quiere resolver, y esto sólo es posible teniendo Ud. tranquilidad y paz. En la vida moderna tenemos muchísimos problemas y desgraciadamente no gozamos de paz. Esto es un verdadero rompecabezas porque sin paz no podemos resolver problemas.
Nosotros necesitamos paz y debemos estudiar este asunto a fondo: Necesitamos investigar cuál es el principal factor que acaba con la paz dentro y fuera de nosotros mismos, necesitamos descubrir cuál es la causa del conflicto. Ha llegado la hora de comprender a fondo en todos los niveles de la mente, las infinitas contradicciones que tenemos dentro, porque ese es el principal factor de discordia y de conflicto. Comprendiendo a fondo la causa de una enfermedad, curamos al enfermo. Conociendo a fondo la causa del conflicto, acabamos con el conflicto; por lo tanto el resultado es la paz.
Dentro de nosotros y en torno a nosotros existen millares de contradicciones que forman conflictos. Realmente lo que existe dentro de nosotros, existe también en la sociedad porque está es, como ya lo hemos dicho tantas veces, una extensión del individuo. Si dentro de nosotros hay contradicción y conflicto, en la sociedad también lo hay. Si el individuo no tiene paz, la sociedad tampoco la tendrá, y en estas condiciones toda la propaganda por la paz resulta, de hecho, totalmente inútil.
Si nos analizamos juiciosamente, descubriremos que dentro de nosotros mismos existe un estado constante de afirmación y negación. Lo que queremos ser y lo que somos realmente. Somos pobres y queremos ser millonarios, somos soldados y queremos ser generales, somos solteros y queremos ser casados, somos empleados y queremos ser gerentes, etc.
El estado de contradicción engendra conflicto, dolor, miseria moral, actos absurdos, violencias, murmuraciones, calumnias, etc. El estado de contradicción jamás en la vida puede traernos paz. Un hombre sin paz nunca puede resolver sus problemas. Ud. necesita resolver sus problemas inteligentemente y por lo tanto es urgente que tenga paz constante. El estado de contradicción impide la resolución de los problemas; cada problema implica millares de contradicciones. ¿Haré esto? ¿Aquello? ¿Cómo? ¿Cuándo?, etc. La contradicción mental crea conflictos y frustra la resolución de los problemas.
Necesitamos resolver primero las causas de la contradicción para acabar con el conflicto. Sólo así viene la paz y con ésta, la solución de los problemas. Es importante descubrir las causas de las contradicciones; es necesario analizar detalladamente esta causa. Sólo así es posible acabar con el conflicto mental. No está correcto culpar a otros de nuestras internas contradicciones. Las causas de estas contradicciones están dentro de nosotros: existe conflicto mental entre lo que somos y lo que queremos ser, entre lo que es un problema y lo que nosotros queremos que sea.
Cuando tenemos un problema de cualquier orden, ya sea moral, económico, religioso, familiar, conyugal, etc., nuestra primera reacción es pensar en él, resistirlo, negarlo, aceptarlo, explicarlo, etc. Es necesario comprender que con la angustia mental, con la contradicción, con la preocupación, con el conflicto, no se puede resolver ningún problema. La mejor forma de reaccionar con un problema es el silencio. Me refiero al silencio de la mente. Este silencio viene no pensando en el problema. Este silencio viene cuando comprendemos que con el conflicto y las contradicciones nada se resuelve. Este silencio no es un don especial de nadie, ni una capacidad de cierto tipo. Nadie puede cultivar este silencio; adviene porque sí. Adviene cuando comprendemos que ningún problema se resuelve resistiéndolo, aceptándolo, negándolo, afirmándolo o explicándolo, etc.
Del silencio mental nace la acción inteligente, la acción intuitiva y sabia que resolverá el problema por difícil que sea, esta acción inteligente no es el resultado de ninguna reacción. Cuando percibimos el hecho, el problema; cuando nos damos cuenta del hecho sin afirmarlo, ni negarlo, ni explicarlo; cuando ni aceptamos el hecho, ni lo rechazamos, entonces viene el silencio de la mente. En el silencio florece la intuición. Del silencio brota la acción inteligente que resuelve totalmente el problema. Sólo en la quietud y en el silencio mental hay libertad y sabiduría.
El conflicto mental es destructivo y ruinoso. El conflicto mental es el resultado de los deseos opuestos: queremos y no queremos, deseamos esto y aquello. Estamos en contradicción constante y esto, de hecho, es conflicto. La contradicción constante que existe dentro de nosotros, se debe a la lucha de los deseos opuestos: hay constante negación de un deseo por otro deseo, un empeño se sobrepone a otro empeño. No existe un deseo permanente en el ser humano; todo deseo es pasajero, quiere un empleo y luego que lo tiene, desea otro empleo. El empleado quiere ser gerente, y el cura quiere ser obispo. Nadie está satisfecho con lo que tiene. Todo el mundo está lleno de deseos insatisfechos y quiere satisfacción.
La vida es una sucesión absurda de deseos, fugaces y vanos. Cuando comprendemos profundamente que todos los deseos de la vida son fugaces y vanos, cuando entendemos que el cuerpo físico es engendrado en el pecado y que su destino es la podredumbre del sepulcro, entonces nace de esa profunda comprensión la paz verdadera de la mente, desaparece la contradicción y el conflicto. Sólo la mente que está en paz puede resolver problemas. La paz está en el silencio de la mente.
La contradicción surge de la terquedad: cuando la mente se aferra a un solo deseo, cuando quiere que a toda costa, cueste lo que cueste, se realice su deseo, es lógico que tiene que haber conflicto. Si observamos cuidadosamente a dos personas que están discutiendo un problema, podremos confirmar que cada persona se aferra a su deseo, cada persona quiere ver satisfecho su deseo, y esto, como es natural, forma conflicto mental. Cuando resueltamente vemos la vanidad de los deseos, cuando comprendemos que el deseo es la causa de nuestros conflictos y amarguras, entonces adviene la paz verdadera.
PRÁCTICA:
Sentado en un cómodo sillón, o acostado en su cama, cierre sus ojos. Luego concéntrese en su interior estudiándose a sí mismo, investigando sus deseos, sus contradicciones.
Es necesario que Ud. comprenda cuáles son sus deseos contradictorios para que conozca así las causas de sus conflictos internos. Con el conocimiento de las causas del conflicto mental adviene la paz de la mente.
Practique Ud. diariamente este sencillo ejercicio. Es necesario que Ud. se conozca a sí mismo.
Samael Aun Weor
Los problemas están desde antes de que naciéramos van a seguir después de que nos vayamos, son la escuela de la vida sin ellos no se puede crecer
Es correcto Alberto, saludos…