Vamos a comenzar la plática de esta noche, espero que todos pongan el máximum de atención. Voy a hablar hoy sobre los Misterios de la Vida y de la Muerte; ése es el objetivo claro de esta plática.
Vamos a hacer una plena diferenciación entre lo que es la LEY DEL ETERNO RETORNO de todas las cosas, la LEY DE LA TRANSMIGRACIÓN de las Almas, la LEY DE LA REENCARNACIÓN, etc…
Ha llegado el momento de desglosar ampliamente todas estas cosas, a fin de que los estudiantes se mantengan bien informados.
Es obvio, que lo primero que uno necesita saber en la vida es de dónde viene, para dónde va, cuál es el objeto de la existencia, para qué existimos, por qué existimos, etc., etc., etc.
Incuestionablemente, si queremos nosotros saber algo sobre el destino que nos aguarda, sobre lo que es la vida en sí, se hace indispensable, primero que todo, saber qué es lo que somos; eso es urgente, inaplazable, impostergable.
El CUERPO FÍSICO, en sí mismo, no es todo. Un cuerpo está formado por órganos y cada órgano está compuesto por células; a su vez, cada célula está compuesta por moléculas y cada molécula por átomos. Si fraccionamos cualquier átomo, liberamos energía. Los átomos, en sí mismos, se componen de iones que giran alrededor de los electrones, de protones, de neutrones, etc., etc., etc., todo eso lo sabe la Física Nuclear.
En última instancia, el cuerpo físico se resume en distintos TIPOS Y SUBTIPOS DE ENERGÍA, y eso es interesantísimo. El mismo pensamiento humano es energía; del “neopallum” del cerebro salen determinadas ondas que pueden ser registradas sabiamente.
Ya sabemos que los científicos miden las Ondas Mentales con aparatos muy finos y se les cataloga en forma de microvoltios…, microvoltios. Así pues, en última instancia, nuestro organismo se resume en distintos tipos y subtipos de energía.
La llamada “MATERIA” no es más que energía condensada; por eso dijo Albert Einstein: “Energía es igual a masa, multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado”; también afirmó en forma enfática “la masa se transforma en energía, la energía se transforma en masa”. Así que, en última síntesis, la llamada “materia” no es más que energía condensada.
El cuerpo físico tiene un FONDO VITAL ORGÁNICO; quiero referirme, en forma enfática, al “LINGA SHARIRA” de los Teósofos, la condensación bio-termo-electromagnética.
Cada átomo del Cuerpo Vital penetra dentro de cada átomo del cuerpo físico, y lo hace vibrar y centellear.
El doble vital o Cuerpo Vital, es realmente una especie de doble orgánico. Si por ejemplo, un brazo de ese doble vital se sale del brazo físico, sentimos que la mano se nos duerme, que el brazo se nos duerme; pero al volver ese brazo vital a entrar dentro del brazo físico, al penetrar cada átomo del Cuerpo Vital dentro de cada átomo del cuerpo físico, se produce una vibración: La vibración ésa que siente uno cuando se le duerme un brazo y quiere uno despertarlo (una especie de “hormigueo”, por decirlo así).
Y bien, si se le sacara definitivamente el Cuerpo Vital a una persona física y no se le volviese a traer, moriría la persona física. Así que resulta interesante esto del Cuerpo Vital; sin embargo, tal “cuerpo” no es más que la sección superior del cuerpo físico, es, dijéramos, la parte tetradimensional del cuerpo físico. Los Vedantinos consideran al Cuerpo Vital y al Físico como un todo, como una unidad.
Un poco más allá, pues, de este cuerpo físico con su asiento vital orgánico, tenemos nosotros al EGO. En sí mismo, el Ego, es una suma de diversos elementos inhumanos que en nuestro interior cargamos; es obvio que a tales “elementos” les denominamos ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula, etc., etc., etc. “Son tantos nuestros defectos, que aunque tuviésemos mil lenguas para hablar y paladar de acero, no acabaríamos de enumerarlos a todos cabalmente”. Así pues, que el Ego no es más que eso…
Hay gentes que entronizan al Ego en el corazón, que le hacen un altar y le adoran; son equivocados sinceros que suponen que el Ego en sí mismo es Divinal, y en esto están perfectamente equivocados.
Hay quienes dividen al Yo en dos: YO SUPERIOR y YO INFERIOR y quieren que el Yo Superior controle al Yo Inferior. No quieren darse cuenta esas gentes, no quieren darse cabal cuenta tales personas de que “sección superior” y “sección inferior” de una misma cosa, pues son la misma cosa.
El Yo, en sí mismo, es tiempo, el Yo en sí mismo es un libro de muchos tomos; en el Yo están todas nuestras aberraciones, todos nuestros defectos, aquello que hace de nosotros verdaderos “animales intelectuales” en el sentido más completo de la palabra.
Algunos dicen que el Alter-Ego es Divino y le adoran; es otra forma, pues, de buscar escapatorias para salvar al Yo, para divinizarlo, porque el Yo es el Yo, y eso es todo.
“La MUERTE, en sí misma, realmente, es una resta de quebrados: Terminada la operación matemática, lo único que continua son los Valores”. Estos “VALORES” son positivos y negativos también; los hay buenos y malos. La Eternidad se los traga, los devora.
En la Luz Astral, los Valores se atraen y repelen, de acuerdo con las Leyes de la Imantación Universal. Los Valores son los mismos elementos inhumanos que constituyen el Ego; estos elementos a veces chocan entre sí, o simplemente se atraen o repelen.
“La muerte es el regreso al punto original de partida. Un hombre es lo que es su vida; si un hombre no trabaja su propia vida, si no trata de modificarla, obviamente, está perdiendo el tiempo miserablemente”, porque un hombre no es más que eso, lo que es su vida. Nosotros debemos trabajar nuestra propia vida para hacer de ella una Obra Maestra.
La VIDA es como una película; cuando termina la película, nos la llevamos para la Eternidad; EN LA ETERNIDAD REVIVIMOS NUESTRA PROPIA VIDA que acaba de pasar.
Durante los primeros días, el desencarnado, el difunto, suele ver la casa donde murió y hasta habita en ella. Si murió, por ejemplo, de 80 años de edad, seguirá viendo a sus nietos, sentándose a la mesa, etc.; es decir, el Ego estará perfectamente convencido de que todavía está vivo, y no hay nada en la vida que logre convencerlos de lo contrario.
Para el Ego nada ha cambiado, desgraciadamente; él ve la vida como siempre: Sentado, por ejemplo, ante la mesa del comedor, pedirá sus alimentos acostumbrados. Obviamente, no lo verán sus dolientes, pero el SUBCONSCIENTE sí (de sus familiares), responderá; ese Subconsciente pondrá en la mesa los indicados alimentos. Es obvio que no va a poner alimentos físicos, porque eso sería imposible, pero sí pone formas mentales, muy similares a las de los alimentos que el difunto acostumbraba a consumir.
Puede ver un velorio, el desencarnado; jamás supondría que ese velorio tenga algo que ver con él, más bien piensa que tal velorio corresponde a alguien que murió, a otra persona, más nunca creería que correspondería a él. Él se siente tan vivo, que ni remotamente sospecha su defunción.
Si sale a la calle, verá las calles tan absolutamente iguales, que nada podría hacerle pensar que ha sucedido algo. Si va a una Iglesia, verá allí al cura diciendo misa, asistirá al rito y muy tranquilo saldrá de la Iglesia, perfectamente convencido de que está vivo, nada podría hacerle pensar que ha muerto. Aun más, si alguien le hiciese tamaña afirmación, él sonreiría escéptico; incrédulo, no aceptaría la afirmación que se le hiciese.
Tiene que revivir en el MUNDO ASTRAL (el difunto), toda la existencia que acaba de pasar, pero la revive en una forma tan natural y a través del tiempo, que el difunto, identificado con la misma, de verdad saborea cada una de las edades de la vida que terminó.
Si era de 80 años, por ejemplo, por un tiempo estará acariciando a sus nietos, sentándose a la mesa, acostándose en su consabida cama, etc., pero a medida que va pasando el tiempo, él va adaptándose a otras circunstancias de su propia existencia.
Pronto se sentirá viviendo la edad de los 79 años, o de los 77, o de los 60, etc.; y si vivió en otra casa, a la edad de 60 años, pues se verá viviendo en aquella otra casa y dirá lo mismo que dijo, y hasta su aspecto psicológico asumirá el aspecto que tenía cuando era de 60 años.
Y si vivió a la edad de 50 años en otra ciudad, pues a esa edad se verá en esa ciudad reviviendo en esa otra casa y así sucesivamente, al tiempo que su aspecto psicológico, su fisonomía, va transformándose, de acuerdo con la edad que tenga que revivir.
A la edad de 20 años, por ejemplo, tendrá exactamente la fisonomía que tuvo cuando era de 20 años, y a la edad de 10 años se verá hecho un niño y cuando llegue el instante, pues, en que haya terminado de revisar su existencia pasada, su vida toda habrá quedado reducida a sumas y restas, y operaciones matemáticas; esto es muy útil para la Conciencia.
En estas condiciones, el difunto tendrá, prácticamente, que presentarse, pues, ante los TRIBUNALES DE LA JUSTICIA OBJETIVA o de la JUSTICIA CELESTIAL; tales Tribunales son perfectamente distintos a los de la Justicia Subjetiva o Terrenal. En los Tribunales de la Justicia Objetiva solo reina, de verdad, la Ley y la Misericordia, porque es obvio que al lado de la Justicia siempre está la Misericordia.
TRES CAMINOS SE ABREN ANTE EL DIFUNTO: El primero, unas VACACIONES en los Mundos Superiores (este camino es para las gentes que se lo merecen de verdad); el segundo, pues, RETORNAR en forma mediata o inmediata a una nueva matriz; tercero, descender en los Mundos Infiernos hasta la “MUERTE SEGUNDA” de que habla el Apocalipsis de San Juan y el Evangelio del Cristo.
Obviamente, quienes logran el ascenso a los Mundos Superiores, pasan por una temporada de gran Felicidad. Normalmente el Alma (o lo que dijéramos la Conciencia), se encuentra embotellada entre el Yo de la Psicología Experimental, entre el Ego, que como ya les dije a ustedes, es una suma de distintos elementos inhumanos.
Mas sucede que aquellos que suben a los Mundos Superiores, abandonan al Ego temporalmente; en estos casos el Alma o Conciencia, o Esencia (o como queramos llamarla), sale dentro de ese calabozo, horrible que es el Ego, el Yo, para ascender al famoso “DEVACHAN” de que nos hablaran los Indostanes (una Región de Felicidad inefable en el MUNDO DE LA MENTE Superior del Universo), allí se goza de una auténtica Felicidad; allí se encuentran los desencarnados con sus familiares que abandonaron a tiempo; encuentran, dijéramos, lo que podríamos decir el Alma de ellos.
Posteriormente, la Conciencia, Esencia o Alma (o como queramos llamarle), abandona también el Mundo de la Mente para entrar en el MUNDO DE LAS CAUSAS NATURALES.
El Mundo Causal es grandioso, maravilloso; en el Mundo Causal resuenan todas las armonías del Universo, allí se sienten, en verdad, las melodías del Infinito.
Sucede que en cada planeta hay múltiples sonidos, pero todos ellos entre sí, sumados, dan una NOTA SÍNTESIS, que es la Nota Clave del planeta. El conjunto de Notas Clave de cada mundo, resuena maravillosamente entre el coral inmenso del espacio estrellado, y esto produce un gozo inefable en la Conciencia de todos aquellos que disfrutan la dicha en el Mundo Causal.
También encontramos, en el Mundo de las Causas Naturales, a los SEÑORES DE LA LEY, los que castigan y premian a los pueblos y a los hombres, Encontramos, en el Mundo de las Causas Naturales, a los verdaderos Hombres, a los HOMBRES CAUSALES; allí los hallamos, trabajando por la Humanidad. Encontramos en el Mundo de las Causas Naturales a los PRINCIPADOS, a los Príncipes de los Elementos, a los Príncipes del Fuego, del Aire, de las Aguas y de la Tierra.
La vida palpita, intensivamente, en el Mundo de las Causas Naturales. El Mundo Causal es precioso en sí mismo; un azul profundo, intenso, como el de una noche llena de estrellas e iluminada por la Luna, resplandece, pues, incesantemente, en el Mundo de las Causas Naturales.
No quiero decir que no hayan otros colores; sí los hay, pero el color básico, fundamental, es el azul intenso, profundo, de una noche luminosa y estrellada…
Quienes viven en esa región, son felices en el sentido mas trascendental de la palabra; pero todo premio a la larga se agota, cualquier recompensa tiene un límite, y llega el instante, claro está, en que el Alma que ha entrado en el Mundo Causal debe retornar, regresar y descenderá inevitablemente, para meterse nuevamente dentro del Ego; dentro del Yo de la Psicología Experimental.
Posteriormente, esa clase de Almas vienen a impregnar el huevo fecundado, para formar un nuevo cuerpo físico; se reincorporan en un nuevo cuerpo físico, vuelven al mundo…
Otro es el camino que aguarda a los que descienden a los MUNDOS INFIERNOS; se trata de gentes que ya cumplieron su tiempo, su ciclo de manifestación, o que fueron demasiado perversas; tales gentes involucionan, indubitablemente, dentro de las entrañas de la Tierra.
El Dante Alighieri nos habla, en su “Divina Comedia”, de los Nueve Círculos Dantescos y él ve esos Nueve Círculos dentro del interior de la Tierra.
Nuestros antepasados de Anáhuac, en la Gran Tenochtitlán, hablan claramente del “MICTLÁN” (es la Región Infernal, que ellos también ubican en el interior mismo de nuestro globo terrestre).
A diferencia, pues, de algunas otras sectas o religiones, para nuestros antepasados de Anáhuac (como hemos visto en su Códices), el paso por el Mictlán es obligatorio y lo consideran, sencillamente, como un “Mundo de Probación”, donde las Almas son probadas y si logran pasar por los Nueve Círculos, incuestionablemente ingresarán al Edén, o sea, al Paraíso Terrenal.
Para los SUFÍES MAHOMETANOS, el Infierno no es tampoco un lugar de castigo, sino de instrucción para la Conciencia y de purificación.
Para el Cristianismo, en todos los rincones del mundo, el Infierno es un lugar de castigo y de penas eternas; sin embargo, el CÍRCULO SECRETO DEL CRISTIANISMO, la parte oculta de la Religión Cristiana, es diferente. En la parte oculta de cualquier Movimiento Cristiano, en la parte íntima o secreta, se encuentra la Gnosis.
El GNOSTICISMO UNIVERSAL ve el Infierno, no como un lugar de penas eternas y sin fin, sino como un lugar de expiación, de purificación y de ilustración a su vez para la Conciencia.
Obviamente, tiene que haber dolor en los Mundos Infiernos, puesto que la vida es terriblemente densa dentro del interior de la Tierra y sobre todo en el Noveno Circulo (donde está ese núcleo, dijéramos, concreto, de una materia terriblemente dura), allí se sufre lo indecible…
En todo caso, quienes ingresan en la INVOLUCIÓN SUMERGIDA del Reino Mineral, tarde o temprano deben pasar por eso que se llama, en el Evangelio Crístico, la “MUERTE SEGUNDA”.
No hemos pensado jamás, en el Gnosticismo Universal, al estudiar esta cuestión del Infernus Dantesco, en que no tenga, pues, un límite el castigo. Consideramos que Dios, siendo eternamente justo, no podría cobrarle a nadie más de lo que debe, pues toda culpa, por grave que sea, tiene un precio; pagado su precio, nos parecería absurdo seguir pagando.
Aquí mismo, en nuestra Justicia Terrenal (que no es sino una Justicia perfectamente subjetiva), vemos que si un preso entra a la cárcel, por tal o cual delito, una vez que pago su delito se le da la “boleta” de libertad; ni las mismas autoridades terrenales aceptarían que un preso continuara en la cárcel después de haber pagado el delito.
Se han dado casos de presos que se acomodan tanto en la prisión, que llegado el día de su salida no han querido salir, entonces ha habido que sacarlos a la fuerza.
Así que toda falta por muy grave que sea, tiene un precio, si los Jueces Terrenales saben esto, cuánto más no lo sabría la Justicia Divinal. Por muy grave que haya sido el delito, o los delitos que alguien haya cometido, pues tienen su precio; pagado el precio, pues está la “boleta” de libertad a la orden.
Si no fuera así, Dios sería entonces un gran tirano; y bien sabemos nosotros que al lado de la Justicia Divina nunca falta la Misericordia. No podríamos en modo alguno, pues, calificar a Dios como “tirano”; tal proceder sería equivalente a blasfemar, y a nosotros, francamente, no nos gusta la blasfemia.
Así que la Muerte Segunda es el límite del castigo en el Infernus Dantesco. Que a este INFERNUS, se le llame “TARTARUS” en Grecia, o que se llame “EL AVERNO” en Roma, o “EL AVITCHI” en el Indostán, o “EL MICTLÁN” en la antigua Tenochtitlán, importa poco. Cada país, cada Religión, cada Era o cada cultura, ha sabido de la existencia del Infernus y le ha calificado siempre con algún nombre.
Para los antiguos habitantes de la Gran Hespérides (como vemos nosotros al leer la divina “Eneida” de Virgilio, el Poeta de Mantua), el Infernus es la MORADA DE PLUTÓN, es aquella región cavernosa donde Eneas el Troyano encontrara a Dido, aquella reina que se mató por amor, enamorada del mismo, después de haber jurado lealtad a las cenizas de Siqueo.
La Muerte Segunda, en sí misma, suele ser muy dolorosa, el Ego siente que se vuelve pedazos, que sus dedos se caen, que sus brazos se pierden… Sufre un desmayo tremendo; momentos después, la Esencia (lo que hay de Alma metido dentro del Ego), asume infantil figura. Entonces, se torna como un GNOMO o PIGMEO, para ingresar en la Evolución de los Elementales Minerales.
Obviamente, debe… …Elementales de la Naturaleza los hay de varias clases. Autoridad en esa materia tenemos a FRANTZ HARTMANN; es bastante interesante con su libro escrito, “Los Elementales” (precisamente); tenemos a PARACELSO, el gran médico Felipe Teofrasto Bombasto de Hohenheim (Aureola Paracelso)…
En todo caso, los Elementales son las Conciencias de los Elementos, porque bien sabemos que los Elementos (Fuego, Aire, Agua, Tierra) no son algo meramente físico, como suponen los “ignorantes ilustrados”, sino más bien, dijéramos, Vehículos de Conciencias sencillas, simples, primigenias, dijéramos, en el sentido mas trascendental de la palabra.
Así que los Elementales son los Principios Concientivos de los Elementos, en el sentido trascendental o esencial de la palabra, y eso es todo…
Ahora bien, continuemos con nuestra explicación. Es obvio que quienes han pasado por la Muerte Segunda salen a la superficie del mundo, reinician nuevos procesos evolutivos que, indubitablemente, habrán de empezar por el mineral, por la piedra, proseguirán con el vegetal, que se continuarán en el animal y que, por ultimo, tendrán acceso a la vida humana; se reconquistará el Estado Humano o “Humanoide” que otrora se perdiera.
Resulta interesantísimo ver a esos Gnomos o Pigmeos entre las rocas, parecen pequeños enanitos, con sus grandes libros y su luenga barba blanca…
Obviamente, esto que nosotros decimos, dicho en pleno siglo XX, pues resulta bastante extraño, porque la gente se ha vuelto ahora tan complicada, la mente se ha desviado tanto de las sencillas verdades de la Naturaleza, que es difícil que ya puedan aceptar, de buena gana, estas cosas. Más bien, este tipo de conocimientos lo aceptan las gentes simples, sencillas, aquellas que no tienen tantas complicaciones en el intelecto.
En todo caso, quiero decirles que los Elementales Minerales, cuando ya ingresan en la EVOLUCIÓN VEGETAL, se hacen interesantísimos. Cada planta es el cuerpo físico de un Elemental Vegetal; esos Elementales de las Plantas tienen Conciencia, son inteligentes y hay grandes Esoteristas que saben manipularlos o manejarlos a voluntad; resultan bellísimos. Quienes los conocen, pueden por medio de ellos actuar sobre los Elementos de la Naturaleza.
Un poco mas allá de los Elementales Vegetales, tenemos a los Elementales del Reino Animal.
Indubitablemente, sólo los Elementales Vegetales avanzados tienen derecho a ingresar en organismos animales, y siempre se comienza la EVOLUCIÓN EN EL REINO ANIMAL por organismos simples, sencillos, pero a medida que se va evolucionando, se va también complicando la vida y llega el instante en que el Elemental Animal puede tomar cuerpos orgánicos muy complejos.
Posteriormente, se reconquista el ESTADO HUMANO que otrora se perdiera. Al llegar a este estadio, se le asignan a los Elementales, a la Esencia, a la Conciencia, al Alma (como ustedes quieran definirla o explicarla), 108 VIDAS nuevamente para su AUTORREALIZACIÓN ÍNTIMA.
Si durante las 108 vidas nuevas no se consigue la Autorrealización Íntima del Ser, prosigue la RUEDA DE LA VIDA girando, y entonces, se desciende nuevamente entre las entrañas del Reino Mineral, con el propósito de eliminar, la Esencia, de entre los elementos indeseables que en una o en otra forma se adhirieron a la psiquis, y se repite el mismo proceso.
Conclusión: La rueda gira 3.000 veces; si en 3.000 CICLOS de 108 vidas cada uno, cada ciclo, no se Autorrealizan las Esencias, toda puerta se cierra y la Esencia misma, convertida, simplemente, en un Elemental inocente, se sumerge entre el seno de la GRAN REALIDAD, es decir, entre el GRAN ALAYA DEL UNIVERSO, entre el ESPÍRITU UNIVERSAL DE VIDA O “PARABRAHMAN”, como le denominan los indostanes, “LA GRAN REALIDAD”…
Ésta es la vida, pues, de los que descienden al interior de la Tierra después de la muerte.
Vemos pues, que después de la desencarnación, unos suben a los Mundos Superiores para unas vacaciones, otros descienden entre las entrañas de la Tierra, hay otros que retornan de forma mediata o inmediata, se reincorporan, vuelven para repetir de inmediato, también, su existencia, aquí en este mundo.
Mientras uno tenga que RETORNAR o regresar, pues tiene que repetir su propia vida. Ya vimos que la muerte es el regreso al punto de partida original; ya les explique también que después de la muerte, en la Eternidad, en la Luz Astral, dijéramos, tenemos que revivir la vida que acaba de pasar. Ahora les diré que, al volver, al retornar, al regresar, tenemos que repetir, otra vez, sobre tapete de la vida o sobre el tapete de la existencia, toda nuestra vida misma. Cuando se…
– Estudiante.
– Maestro. No, al primer caso mencioné únicamente la Ley de la Transmigración de las Almas y aquellos que cumplían el Ciclo de las 108 existencias, que les tocaba descender entre las entrañas del mundo. Posteriormente, muerto el Ego volverían a evolucionar desde el mineral hasta el hombre (ésa es la Doctrina de la Transmigración). Ahora estoy hablando de la Doctrina del Eterno Retorno de todas las cosas, junto con esta otra Ley que se llama la “Doctrina de la Recurrencia”.
Si uno en vez de descender entre las entrañas del mundo, retorna en forma mediata o inmediata, aquí, al mundo, es obvio que tendrá que repetir sobre el tapete de la existencia, sobre el tapete del mundo, su misma vida, la vida que finalizó.
Ustedes me dirán que “eso es demasiado aburridor: Todos estamos aquí, repitiendo lo que hicimos en la pasada existencia, en el pasado retorno”… ¡No hay duda de que sí es tremendamente aburridor!, pero los culpables somos nosotros mismos, porque como ya les he dicho, un hombre es lo que es su vida, si nosotros no modificamos la vida, tendremos que estarla repitiendo incesantemente.
Desencarnamos y volvemos a tomar cuerpo, ¿Para qué? Para repetir lo mismo. Y volvemos a desencarnar para volver a tomar cuerpo y repetir lo mismo, y llega el día en que tenemos que irnos “con nuestra música a otra parte”, tendremos que descender entre las entrañas del mundo, hasta la Muerte Segunda. Pero no puede evitar estas repeticiones.
Tales repeticiones es lo que se conoce como la Ley de Recurrencia: Todo vuelve a ocurrir tal como sucedió. Pero ¿por qué, dirán ustedes, por qué tiene que repetirse lo mismo? Bueno, esto merece una explicación.
Ante todo quiero que sepan que el Yo no es algo meramente autónomo o autoconsciente, o dijéramos muy individual. Ciertamente, EL YO ES UNA SUMA DE YOES, es plural.
La Psicología común y corriente, la Psicología Oficial, piensa en el Yo como una totalidad; nosotros pensamos en el Yo como una suma de Yoes, porque uno es el Yo de la ira, otro es el Yo de la codicia, otro es el Yo de la lujuria, otro es el Yo de la envidia, otro es el Yo de la pereza, otro es el Yo de la gula, son distintos Yoes, no hay un solo Yo, sino varios Yoes dentro de nuestro organismo.
Es obvio que la pluralidad del Yo sirve de fundamento, pues, a la DOCTRINA DE LOS MUCHOS, tal como se enseña en el Tíbet Oriental.
En apoyo de la Doctrina de los Muchos, está el Gran Kabir Jesús. Dicen que él sacó del cuerpo de María Magdalena Siete Demonios; no hay duda que se trata de los SIETE PECADOS CAPITALES”: ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza, gula.
Cada uno de esos siete es cabeza de Legión, que como ya les dije, “aunque tuviéramos mil lenguas para hablar y paladar de acero, no alcanzaríamos a enumerar todos nuestros defectos cabalmente”…
Y cada defecto es un Yo en sí mismo; Así, tenemos muchos Yoes-defectos. Si calificamos de “Demonios” a tales Yoes-defectos, pues no estamos equivocados.
En el Evangelio Crístico, al poseso se le pregunta por su nombre verdadero y contesta: “Soy Legión, mi verdadero nombre es Legión”. Así, cada uno de nosotros, en el fondo, es Legión; y cada Yo-demonio de la Legión, pues, quiere controlar el cerebro, quiere controlar los Siete Centros principales de la máquina orgánica, quiere descollar, subir, trepar al tope de la escalera, hacerse sentir, etc.
Cada Yo-demonio es como una persona dentro de nuestro cuerpo; si decimos que “dentro de nuestra Personalidad viven muchas personas”, no estamos equivocados; en verdad, así es.
Así que LA REPETICIÓN MECÁNICA de los diversos eventos de nuestra pasada existencia, SE DEBE, ciertamente, A LA MULTIPLICIDAD DEL YO.
Vamos a situar casos concretos: Supongamos que en una pasada existencia, a la edad de 30 años, nos peleamos con otro sujeto en la Cantina (caso común de la vida). Obviamente, el Yo defecto de la ira fue el personaje principal de la escena.
Después de la muerte, ese Yo-defecto continúa en la Eternidad y en la nueva existencia, ese Yo-defecto permanece en el fondo de nuestra Subconsciencia, aguardando que llegue la edad de los 30 años para volver a una Cantina; en su interior hay resentimiento y desea encontrarse al sujeto de aquel evento.
A su vez, el otro sujeto, el que formó parte del evento aquél trágico, “cantinero”, también tiene su Yo: el Yo que quiere vengarse, que permanece en el fondo del Subconsciente, aguardando el instante ese de entrar en actividad.
Conclusión, al llegar a la edad de los 30 años el sujeto dice: “Bueno yo tengo que encontrarme…, o mejor dicho, el Yo del sujeto, el Yo-ira, el Yo que formó parte de aquel evento trágico, metido en el Subconsciente dice: “Tengo que encontrarme con aquel”… A su vez, aquél dice: “Yo tengo que encontrarme con ése”… Y telepáticamente, ambos se ponen de acuerdo, y al fin se dan, telepáticamente, cita en alguna Cantina, se encuentran físicamente, personalmente, en su nueva existencia y repiten la escena, tal como sucedió en la pasada existencia.
Todo esto se ha hecho a espalda de nuestro intelecto, por debajo de nuestros razonamientos.
Sencillamente hemos sido arrastrados a una tragedia, hemos sido llevados, inconscientemente, a repetir lo mismo.
Ahora, tengamos el caso de que alguien, a la edad de los 30 años, en su pasada existencia tuvo una aventura amorosa (un hombre que tuvo una aventura con una dama). El Yo aquél de la aventura continúa vivo después de la aventura, y después de la muerte continúa vivo en la Eternidad.
Al regresar, al reincorporarnos en un nuevo organismo, aquel Yo de la aventura sigue vivo, aguarda en el fondo del Subconsciente, en los repliegues más bien inconscientes de la vida, de la psiquis, el momento de entrar en una nueva actividad, y al llegar a la edad de la aventura pasada, es decir, a los 30 años, dice: “Bueno, éste es mi momento, ahora voy a salir a buscar la dama de mis ensueños”…
A su vez, el Yo de la dama de sus ensueños, el de la aventura dice lo mismo: “Éste es mi instante, voy a buscar a aquel caballero”… Y por debajo, los dos Yoes se las arreglan telepáticamente.
Ambos se hacen la cita y arrastran cada uno a la Personalidad (todo eso a espaldas de nuestra inteligencia, a espaldas del “ministerio de la intelectualidad”), y viene el encuentro y se repite la aventura.
Así que, nosotros, en verdad, aunque parezca increíble, NO HACEMOS NADA, TODO NOS SUCEDE, como cuando llueve, como cuando truena.
Un pleito que uno haya tenido en su pasada existencia por bienes terrenales, digamos, por una casa, el Yo de aquél pleito, después de la muerte sigue vivo y en la nueva existencia sigue vivo, está escondido entre los repliegues de la mente, aguardando el instante de entrar en actividad.
Si aquel pleito fue a la edad de los 50 años, el aguarda que llegue a los 50, y a la edad de 50 años dice: “Bueno es mi momento”…, y seguro que aquél con quien tuvo el pleito también dice: “Es mi instante”…, y se reencuentran para otro pleito similar y repiten la escena.
Entonces nosotros, realmente, ni siquiera tenemos LIBRE ALBEDRÍO, todo nos sucede, repito, como cuando llueve o como cuando truena…
Hay un pequeño margen de libre albedrío (es muy poco). Imaginen ustedes, por un momento, un violín metido dentro de su estuche; hay un margen muy mínimo para ese violín. Así también es nuestro libre albedrío: Es casi nulo; lo que hay es un pequeño margen, imperceptible, que si lo sabemos aprovechar, puede suceder que entonces nos transformemos radicalmente y nos liberemos de la Ley de Recurrencia; pero hay que saberlo aprovechar. ¿Cómo? Pues, en la vida práctica tenemos nosotros que volvernos un poquito más AUTOOBSERVADORES.
Cuando uno acepta que tiene un Psicología propia, comienza a observarse a sí mismo, y cuando alguien comienza a observarse a sí mismo, comienza también a volverse diferente a todo el mundo.
Es en la calle, es en la casa, es en el trabajo, donde nuestros defectos (esos defectos que llevamos escondidos), afloran espontáneamente, y si estamos alertas y vigilantes, como el vigía en época de guerra, entonces los vemos.
Defecto descubierto, debe ser ENJUICIADO a través del ANÁLISIS, y de la REFLEXIÓN y de la MEDITACIÓN ÍNTIMA DEL SER, con el objeto de comprenderlo. Cuando uno comprende a tal o cual Yo-defecto, entonces está debidamente preparado para desintegrarlo atómicamente.
¿Es posible desintegrarlo? ¡Sí es posible!, pero necesitamos de un Poder que sea superior a la mente, porque la mente por sí misma no puede alterar, fundamentalmente, ningún defecto psicológico.
Puede rotularlo con distintos nombres, puede pasarlo de un nivel a otro del entendimiento, puede ocultarlo de sí misma o de los demás, puede justificarlo o condenarlo, etc., pero jamás alterarlo radicalmente.
Necesitamos de un Poder que sea superior a la mente, un Poder que pueda desintegrar cualquier Yo-defecto; ese Poder está latente en el fondo de nuestra psiquis, solo es cuestión de conocerlo para aprenderlo a usar.
A tal Poder, en el Oriente, en la India, se le denomina “DEVI KUNDALINI”, la “Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes”. En la Gran Tenochtitlán, se le denominaba “TONANTZIN”; entre los Alquimistas Medievales recibe el nombre de “STELLA MARIS” (la Virgen del Mar); entre los Hebreos, tal poder, recibía el nombre de “ADONIA”; entre los Cretenses se le conocía con el nombre de “CIBELES”; entre los Egipcios era “ISIS” (Madre Divina, a quien ningún mortal ha levantado el velo); entre los Cristianos es “MARÍA”, MAYA, es decir, DIOS-MADRE.
Hemos pensado nosotros muchas veces en Dios como Padre, pero bien vale la pena pensar en Dios como Madre, como Amor, como Misericordia…
Dios Madre habita en el fondo de nuestra psiquis, es decir, está en el Ser. Podría decirles que Dios Madre es una parte de nuestro propio Ser pero derivado…
Distíngase entre el SER y el YO. El Ser y el Yo son incompatibles, son como el agua y el aceite, que no pueden mezclarse. “El Ser es el Ser y la razón de ser del Ser es el mismo Ser”. El SER es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será; es la vida, que palpita en cada átomo, como palpita en cada Sol.
Así pues, Dios Madre es una variante de nuestro propio Ser, es nuestro propio Ser, pero derivado. Esto significaría que cada cual, o significa de hecho que cada cual tiene su MADRE DIVINA PARTICULAR, INDIVIDUAL, “KUNDALINI”, le dicen los Indostanes.
Estoy de acuerdo con este término. Considero que nosotros podemos invocar a la Divina Madre Kundalini en Meditación profunda, SUPLICÁNDOLE entonces DESINTEGRE AQUEL YODEFECTO que hemos comprendido, perfectamente, a través de la Meditación. La Divina Madre Kundalini procederá y lo desintegrará, lo reducirá a polvareda cósmica.
Al desintegrarse un defecto, se libera ESENCIA ANÍMICA, pues dentro de cada Yo-defecto hay cierto porcentaje de Esencia Anímica embotellada; pero si se desintegra un defecto, se libera Esencia Anímica, y si se desintegran dos defectos pues se libera más Esencia Anímica, y si se desintegran todos los defectos psicológicos que cargamos en nuestro interior, entonces liberamos totalmente la Conciencia.
Una Conciencia liberada es una Conciencia que despierta, es una CONCIENCIA DESPIERTA, es una Conciencia que podrá ver oír, tocar y palpar los grandes Misterios de la Vida y de la Muerte; es una Conciencia que podrá experimentar por sí misma y en forma directa, ESO que es lo REAL, Eso que es la VERDAD, Eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente…
Cuando a Jesús el Gran Kabir, Pilatos le preguntara: “¿Cuál es la Verdad? ¿Qué es la Verdad?”, guardó silencio; y cuando al Buddha Gautama Sakyamuni, el Príncipe Siddharta, le hicieran la misma pregunta, dio la espalda y se retiró…
La Verdad es lo desconocido de momento en momento, de instante en instante; sólo con la muerte del Ego adviene a nosotros Eso que es la Verdad.
La Verdad hay que experimentarla, como cuando uno mete el dedo en la lumbre y se quema.
Una teoría, por muy bella que sea, con respecto a la Verdad, no es la Verdad; una teoría, digo, o una opinión, por muy venerable o respetable que sea, con relación a la Verdad, tampoco es la Verdad; cualquier idea que tengamos con respecto a la Verdad, no es la Verdad aunque la idea sea muy luminosa; cualquier tesis que nosotros podamos plantear sobre la Verdad, tampoco es la Verdad. La Verdad hay que experimentarla, repito, como cuando uno mete el dedo en la lumbre y se quema; está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente, y la Verdad, solamente, puede ser experimentada en ausencia del Yo Psicológico; sin haber disuelto el Yo no es posible la experiencia de lo Real.
El intelecto, por muy brillante que sea, por muy hermosas teorías que posea, no es la Verdad.
Como dijera Goethe en el “Fausto”: “Toda teoría es gris y solo es verde el árbol de dorados frutos que es la vida”…
Así que nosotros NECESITAMOS DESINTEGRAR EL EGO de la psicología para liberar la Conciencia; sólo así podremos llegar a experimentar la Verdad. Jesús el Cristo dijo: “Conoced la Verdad y ella os hará libres”… (nosotros necesitamos experimentarla directamente).
Cuando alguien consigue de verdad destruir el Ego, se libera de la Ley de Recurrencia, hace de su vida una obra maestra, se convierte en un Genio, en un Iluminado, en el sentido mas completo de la palabra.
Cuando alguien libera su Conciencia, obviamente conoce la Verdad. Pero hay que liberarla, y no es posible liberarla si no se disuelve el Yo de la psicología.
Quienes alaban al Yo, son ególatras por naturaleza y por instinto. Al Yo lo alaban los mitómanos porque son mitómanos; al Yo lo alaban los paranoicos, etc., porque son paranoicos; los ególatras porque son ególatras.
La vida, sobre la faz de la Tierra, sería distinta si nosotros disolviéramos el Ego, el Yo; entonces la Conciencia de cada uno de nosotros, despierta e iluminada, irradiaría Amor y habría Paz sobre la faz de la Tierra.
La Paz no es cuestión de propagandas, ni de apaciguamientos, ni de ejércitos, ni de propagandas, ni de “OEAs” ni de “ONUs”, ni nada por el estilo; LA PAZ ES UNA SUBSTANCIA QUE EMANA DEL SER, que viene de entre las entrañas mismas DEL ABSOLUTO.
No puede haber Paz sobre la faz del mundo, no podrá haber verdadera tranquilidad en todos los rincones de la Tierra, en tanto los factores que producen guerras existan en el interior de nosotros. Porque es claro que mientras dentro de cada uno de nosotros haya discordia, en el mundo habrá discordia.
La masa no es más que una extensión del individuo; lo que es el individuo, es la masa, y lo que es la masa es el gobierno y es el mundo. Si el individuo se transforma, si el individuo elimina de sí mismo los elementos del odio, del egoísmo, de la violencia, de la discordia, etc., es decir, si consigue destruir el Ego, para que su Conciencia quede libre, sólo habrá en él, ESO se llama “AMOR”.
Si cada individuo de los que pueblan la faz de la Tierra disolvieran el Ego, las masas serían MASAS DE AMOR, no habrían guerras, no habrían odios; pero no podrá, en verdad, haber Paz en el mundo, mientras exista el Ego.
Algunos afirman que “desde el año 2001 o 2007 en adelante, vendrá la Era de la Fraternidad, del Amor y de la Paz”. Pero yo, pensando aquí, en voz alta, me pregunto a mí mismo y hasta le pregunto a ustedes: ¿De dónde vamos a sacar esa Era de Fraternidad, de Amor y de Paz entre los hombres de buena voluntad? ¿Creen ustedes acaso que el Ego de la Psicología con sus odios, sus rencores, con sus envidias, con sus ambiciones, con su lujuria, etc., puede crear una Edad de Amor, de Felicidad, etc., etc.? ¿Podría acaso darse ese asunto? ¡Obviamente que no! Para que reine, de verdad, la Paz en el mundo, pues tenemos que morir en sí mismos, tiene que destruirse en nosotros lo que tenemos de inhumanos; el odio que cargamos, las envidias, los celos espantosos, esa ira que nos hace tan abominables, esa fornicación que nos hace tan bestiales, etc.
Mas en tanto continúen existiendo tales factores dentro de nuestra psiquis, el mundo no podrá ser diferente; antes bien, se volverá peor, porque a través del tiempo el Ego se ira volviendo cada vez más poderoso, más fuerte, y conforme el Ego se manifieste con más violencia, el mundo se ira haciendo cada vez mas tenebroso. Y al paso que vamos, si no trabajamos sobre sí mismos, llegará un día en que ya ni siquiera podremos existir, porque unos a otros nos destruiremos violentamente.
Si continuara robusteciéndose el Ego indefinidamente, así como va, llegaría el momento en que nadie podría tener seguridad de su vida ni de su hogar. En un mundo donde la violencia ha llegado al máximo, ya nadie tiene seguridad de su propia existencia.
Así, creo firmemente, que la solución de todos los problemas del mundo está, precisamente, en la DISOLUCIÓN DEL YO… Hasta aquí mis palabras.
Samael Aun Weor