Estamos en el paraje de un bosque tropical. Aquí todo respira un aire de profundo misterio. En este sitio vivió una raza de sabios Iluminados, mucho tiempo antes de que nuestra amada América hubiera sido invadida por hordas españolas.
En este paraje llamado Coveñas, Departamento de Bolívar, cerca al pueblo de San Andrés (República de Colombia), viven todavía unos sabios Gnósticos de raza indígena. Estamos a la vista de un pozo “encantado”. Alrededor del pozo camina una alimaña silvestre llamada “cien-píes” por los nativos de la región, la cual desaparece entre las aguas.
Todo está saturado por un aire misterioso. Algunas momias petrificadas por los siglos, parece que espiaran todos nuestros actos.
Estamos en presencia de un Santuario de Curación.
Peregrinos que vienen de lejanas tierras en busca de salud, musitan oraciones piadosas, pidiendo al difunto “Mama” que cura, permiso para entrar en su Santuario, en donde su momia parece sonreír.
Es de obligación forzosa para todos los peregrinos, pedirle permiso al difunto para poder seguir adelante. Cuando el peregrino viola este precepto, el cielo se llena de densos nubarrones y estalla terrible tempestad; parece como si el “Mama” indignado azotara la comarca con su látigo de fuego.
En este paraje existen algunas riquezas que nadie se atreve a tocar porque están “encantadas”.
Los peregrinos al acercarse a la momia, recogen plantas, tierra o metales con los cuales se curan milagrosamente…
Este “Mama”, a pesar de muerto, sigue “mandando” y curando. Indudablemente es Rey y Sacerdote del Universo.
Así es el sacerdote Gnóstico: un Rey y un Sacerdote del Universo, que sabe mandar y bendecir.
El Santuario de curación de todo médico gnóstico, debe tener su Altar, hecho con madera de Ciprés o madera olorosa. Antes de su consagración, es necesario lavar la mesa con agua caliente y jabón perfumado.
La mesa se consagra restregándola con una esponja embebida en agua de rosas y untándola con un “mastic” compuesto de cera virgen blanca, almáciga, incienso, áloe, tomillo, resina de pino e incienso de Esmirna.
También se puede hacer la mesa de madera de Cedro, que es la madera del Iniciado José, padre de Jesús de Nazaret. El Cedro tiene grandes poderes ocultos.
El jueves y viernes Santos, los gigantescos Cedros de los bosques se comunican entre sí por lúgubres golpes que resuenan en lejanos parajes.
Sobre la mesa del Santuario de curación, debe haber siempre un mantel y sobre éste, una carpeta doblada con pinturas que representen “dramas de la pasión del Señor”. Las carpetas son semejantes al corporal de la Iglesia Romana.
Sobre la carpeta se colocarán los vasos y cálices sagrados, conteniendo de sustancias vegetales que se dan a beber a los enfermos.
También sobre la mesa no puede faltar la redoma de perfumes, que es un vaso metálico, cilíndrico y prismático, que tiene base o pie de copa y sobre la tapa una torrecilla o banderita metálica hecha de estaño o cobre, que son los metales de Júpiter y Venus.
Para curar al enfermo se le debe rodear de intensos perfumes. El incienso es el principal vehículo para las ondas curativas de la mente del médico mago, en combinación con los elementales vegetales.
Al incienso se le puede añadir algunas plantas aromáticas, flores de Chipre, Nardo, Azafrán, Ámbar, Cálamo, Acíbar y el polvo de especias.
El médico Gnóstico jamás usará perfumes o sustancias odoríferas que contengan sustancias minerales, porque eso es ejecutar magia negra.
Los perfumes se bendecirán con la siguiente oración: “Alabado seas, Señor Dios nuestro, Rey del mundo, que creaste todas las especies de aromas”.
La medicina “Lamáica” divide las esencias odoríficas en cinco grupos: repugnantes, penetrantes, picantes, aromáticas, rancias y asomagadas.
Con el utensilio para los perfumes se medicinará a los enfermos que requieran perfumes curativos.
Jamás deberán faltar las velas perfumadas en el Altar del médico Gnóstico, pues el fuego de las velas actúa sobre el subconsciente del enfermo en forma eficaz. En el Tibet, Mahayana el filósofo, escribió todo un libro sobre la preparación de “velas perfumadas”.
Después de toda operación curativa, el médico Gnóstico debe apagar una vela dentro de una copa de vino, en acción de gracias a los Dioses del Fuego.
En todo Santuario de Curación debe haber doce bolas de paño con hierbas aromáticas colgadas del techo. Cada bola contendrá las hierbas correspondientes a un signo zodiacal. Las doce bolas contendrán las hierbas de los 12 signos zodiacales.
Al inhalar el enfermo el perfume curativo de un signo zodiacal, sentirá que comienza su mejoría.
El folclorista Garay, en sus tradiciones y cantares de Panamá, describe cómo los Chamanes envuelven a los enfermos en perfumes y les cantan mantrams mientras los están medicinando.
Los Santuarios de Curación deben tener un piso de baldosas blancas y negras, y el médico Gnóstico usará en su Sanctum túnica de color. Nunca malos pensamientos pueden profanar este Santuario, en cuya portada se lee esta inscripción:
“TU QUE ENTRAS, DEJA ATRÁS TUS MALOS PENSAMIENTOS”
Samael Aun Weor