Segundo Mensaje de Navidad

Amados discípulos:

Después de un año de innumerables sacrificios y de pruebas dolorosas, hoy nos hemos vuelto a reunir en este Santuario de la Sierra Nevada de Santa Marta, para celebrar el acontecimiento de Navidad.

Este suceso cósmico se festeja no sólo en nuestro planeta Tierra, sino también en el Gran Templo Cósmico de Sirio, y en todos los Templos Cósmicos de las Tierras del Espacio.

Cristo es un Ser que hasta la fecha actual no ha sido comprendido por la humanidad terrestre.

Max Heindel considera al Cristo como el Mayor Iniciado del período solar, y sostiene que en el orden jerárquico hay otros Seres superiores a El.

La Maestra Blavatsky considera que él es un Gran Iniciado, sencillamente como cualquier otro.

Teósofos, Rosacruces, espiritistas, estudian el esoterismo Crístico y veneran al Maestro de Maestros, pero no lo conocen.

Tengo que informaros que el Cristo es un Paramartasatya.

Como quiera que ese término oriental sonará exótico en vuestros oídos, es necesario que os dé una explicación.

Paramartasatya es todo aquél que haya despertado la conciencia absoluta. EL Absoluto es la vida libre en su movimiento.

EL Absoluto es el Eterno Padre siempre obscuro.

EL Absoluto es tinieblas profundas para los ojos humanos, y Luz increada y terrible para la Jerarquía inefable de los Paramartasatyas.

Cristo es un Paramartasatya. Cristo es un habitante del Absoluto.

Ese Gran Ser se libertó  de la Gran Alma del Mundo  en un pasado Mahamanvantara, y nació en el Absoluto como Paramartasatya.

En el Absoluto resplandece la felicidad de la Luz Increada. En el Absoluto

resplandece la vida libre en su movimiento.

Todos los planos cósmicos, por luminosos que sean, no pasan de ser puras masas de sombras ante la Luz Increada del Absoluto.

El Absoluto es Espacio Abstracto Absoluto y Movimiento Abstracto Absoluto.

El Absoluto contiene en sí mismo al conocedor, al conocimiento y al objeto del conocimiento: Tres en Uno, Uno en Tres.

El vacío, el “No-Yo”, y las tinieblas, son Uno en el Absoluto. Empero, ese vacío es plenitud, esas tinieblas son Luz increada y subjetiva, y ese “No-Yo” es el Real Ser, es nuestro Íntimo, es nuestro Yo Divino, con el cual debemos unirnos para entrar en el Absoluto.

Cristo renunció a esa felicidad para venir al mundo. Por ello, el acontecimiento de Navidad se celebra en todos los Templos Cósmicos.

Cristo es el Redentor de hombres y dioses. Cristo es el Único Engendrado, porque ¿a cuál de los hombres dijo Dios: Mi hijo eres Tú, Yo te he engendrado hoy mismo. Te he hecho Sacerdote eternamente, según la Orden de Melchisedek?

Así pues, hermanos, Cristo es un Mediador entre los hombres y el Absoluto.

Cristo es un habitante del Absoluto, que renunció a la felicidad de la vida libre en su movimiento para venir al mundo.

En el amanecer de la vida, cuando el Corazón del Sistema Solar comenzó a palpitar después del Gran Pralaya, el fuego del Logos fecundó la materia caótica para que surgiera la vida en todo su esplendor.

EL fuego es el principio masculino eterno. El agua es el semen Cristónico, es el principio femenino universal.

En el amanecer de la vida no existía el universo; sólo existía el semen del universo, las aguas primordiales que hoy tenemos depositadas en nuestras glándulas sexuales, y que los hombres derrochan neciamente en sus fornicaciones. El fuego está representado por el palo vertical de la cruz. El agua es el semen Cristónico, que está representada por el palo horizontal de la cruz.

El fuego es el Padre; el agua es la Madre. El fuego fecundando el agua, forma cruz.

De esa cruz pende el Hijo, el Cristo cósmico, que es el Gobernador del Cosmos.

El principio masculino fecunda al principio femenino, para que de allí salga el universo.

Ese Universo es el Hijo, personificado en el Cristo, que abandonó la felicidad del Absoluto para convertirse en un Salvador de hombres y dioses.

Las aguas primordiales del espacio son el semen Cristónico, son nuestra bendita piedra filosofal, son el mercurio de la filosofía secreta, que debemos fecundar con nuestros fuegos solares, para formar a Cristo en nosotros.

En el amanecer de la vida, el Logos del Sistema Solar fecundó ese semen universal con sus fuegos solares, para que de allí saliera este universo maravilloso en el cual vivimos y tenemos nuestro Ser.

En el amanecer de la vida, el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

En esas aguas primordiales de la vida sólo existían los átomos seminales de este universo. Dentro de esos átomos está el germen de toda vida.

El fuego bendito del Logos fecundó esos átomos seminales, para que de allí surgiera este universo maravilloso, lleno de plantas, hombres y dioses…

Nosotros, los gnósticos, debemos fecundar nuestros átomos seminales con los fuegos solares, para que de esos átomos nazca el Niño de Oro de la alquimia sexual, el Yo Cristo, el Niño Dios de Belén.

Sólo así podemos libertarnos del cosmos y nacer en la Luz Increada, donde sólo existe la felicidad de la vida libre en su movimiento.

El Buddhi, es decir, el alma espiritual de todo ser humano, es una centella del alma del mundo, del alma intracósmica, es nuestra conciencia individual, que debe ir despertando en planos de conciencia cósmica cada vez más elevados, hasta despertar por último en la Conciencia Absoluta, para independizarse de la Gran Alma y nacer en el Absoluto como Paramartasatya.

EL Absoluto es la Gran Realidad, es la Vida libre en su movimiento.

Nosotros debemos libertarnos de todos los planos cósmicos, nosotros debemos vivir dentro de la Vida libre en su movimiento. Debemos dejar de existir y pasar a ser. Ser es mejor que existir; ser es vivir sin condiciones, más allá del Karma y de los dioses.

Ser es vivir en plenitud, sin amarguras de la mente y sin el dolor de la existencia.

La conciencia humana debe Cristificarse, para nacer en la Vida libre en su movimiento.

En el signo de la cruz se halla encerrado el secreto de la cristificación.

En la unión sexual de los principios masculino y femenino, representados por el palo vertical y el horizontal de la cruz, se halla encerrado el secreto de nuestra cristificación.

Sobre la cruz del Mártir del Calvario está escrita la palabra “INRI“. Esta palabra se lee así: IGNIS NATURA RENOVATUR INTEGRAM (EL FUEGO RENUEVA INCESANTEMENTE LA NATURALEZA.

EL fuego todo lo renueva; el fuego todo lo transforma.

“Cambia las naturalezas, y hallarás lo que buscas”.

El mar de fuego es la luz super astral, es el fuego del Verbo fecundando las aguas primordiales, el semen universal compuesto por todos los átomos seminales del universo, es la serpiente de fuego fecundando las aguas de la vida en el primer instante.

Esa Serpiente ígnea es nuestro Kundalini, es nuestro fuego sagrado, es nuestro fuego sexual, con el cual nosotros debemos fecundar nuestra materia caótica, nuestro semen Cristónico, para que dentro de esos átomos seminales brote nuestro universo interior, nuestros divinos poderes, el Niño Dios de Belén, el Yo Cristo.

La luz super astral es el fuego sagrado del primer instante. En ese fuego se hallan encerrados todos los secretos de la existencia.

El fuego, que fecundó a la materia caótica en el amanecer de la vida, está encerrado ahora en nuestros órganos sexuales, y debemos fecundar nosotros nuestro caos, es decir, nuestro semen, con este fuego sagrado, para engendrar al Niño de Oro de la alquimia sexual, al Niño de Belén, que hoy hace 1953 años vino al mundo para salvar a la humanidad.

Este es el magisterio del fuego. Fohat silba cuando pasa de un punto a otro en zig-zag.

Fohat es el kundalini, que va pasando de una a otra vértebra de nuestra columna espinal conforme nos vamos cristificando.

El fuego es la luz super astral, es el agente universal de vida.

En el amanecer de la vida “un largo rastro de polvo cósmico se movía y se retorcía como una serpiente en el espacio”. “El Espíritu de Dios moviéndose en el caos”.

Todos los cuerpos del universo salieron de este acto de magia sexual, de esta unión de los principios masculino y femenino universales.

Imitemos nosotros a Dios, para que nos convirtamos en dioses.

El hombre y la mujer deben unirse sexualmente y retirarse del acto sexual sin derramar el semen.

Así despierta el fuego sagrado, con el que fecundamos a nuestra materia caótica para crear nuestro universo interior, nuestro Yo Cristo, el Niño Dios de Belén, cuyo nacimiento hoy celebramos en este Santuario con inmensa alegría y regocijo.

Así es como el espíritu de Dios se mueve en el caos.

Nuestra serpiente de fuego se mueve y se retuerce entre nuestro caos seminal como un rastro de fuego terrible.

La luz super astral es el kundalini. El polo positivo de esa luz crea para la vida eterna. El polo negativo de esa luz sólo sabe engendrar hijos para la muerte, hijos de la fornicación.

Todos los planos cósmicos no son sino escamas de la serpiente de fuego, polvareda cósmica.

Libertémonos de todas esas escamas, para que nazcamos en la vida libre en su movimiento.

De la unión de José y María nació el Cristo, hoy hace mil novecientos cincuenta y tres años.

De la unión del Padre Fuego con la Madre Agua nació el Universo.

De la unión del hombre y de la mujer fornicarios, en lechos de placer, nacen hombres condenados a la muerte y al dolor.

Empero, de la unión de hombres y mujeres castos y puros, siguiendo los principios de la magia sexual, en lugar de engendrar hijos de la muerte, podemos engendrar al Niño Dios de Belén, al Yo Cristo, para subir al Padre y para recibir al Espíritu Santo, que nos da sabiduría y poderes cósmicos.

En el fuego se halla la clave de nuestra redención.

El agua es el habitáculo del fuego, y si derramamos esa agua, perdemos el fuego. Si arrancamos las semillas de la tierra, no brotan las plantas, y si arrancamos las semillas de nuestra tierra filosófica, es decir, de nuestro organismo humano, entonces no brota en nosotros el Maestro.

La magia sexual es el Gran Arcano, el Arca de Noé es el Arca de la Alianza.

Cuando los soldados de Nabucodonosor entraron en el Sanctum Sanctorum del Templo de Salomón, se quedaron aterrorizados al contemplar los dos Querubines que, tocándose con las puntas de las dos alas, semejaban la actitud sexual del hombre con la mujer durante la cópula.

Estos dos ángeles del Arca de la Alianza representan el génesis del universo, hombres y dioses. Este es el Arca de Noé nadando en las aguas sexuales de la vida. Este es el Gran Arcano, que Eliphas Levi no se atrevió jamás a divulgar.

Este es el terrible secreto indecible que en dieciocho millones de años jamás se había divulgado públicamente.

Todos aquellos que en Egipto intentaban divulgar el Gran Arcano eran condenados a muerte.

Todos aquellos que quisieron violar este gran secreto, murieron; sólo hubo un hombre que divulgó este secreto y que no murió; ese hombre soy YO, AUN WEOR.

Aquí os entrego el Arca de la Alianza, para que, como en los días de Noé, os salvéis del Gran Cataclismo.

¡Ya se escuchan a lo lejos las primeras campanadas de la resurrección de Acuario! Los pinos de Navidad están llenos de gloria.

Aquellos que no estén preparados serán apartados de esta oleada evolutiva, hasta que pase el ciclo luminoso de Acuario. Estamos apartando las ovejas de los cabritos.

Os entrego el Arca del Testimonio, para que, como en los días de Noé, os salvéis vosotros del Gran Cataclismo.

En Acuario solamente podrá vivir el pueblo de Dios. Ya resuenan a lo lejos las primeras campanadas de resurrección de Acuario. Los pinos de Navidad están llenos de gloria, hay fiesta en los cielos, y los ángeles del Señor cantan: “Paz a los hombres de buena voluntad”.

QUE LA PAZ SEA CON LA HUMANIDAD ENTERA.

Aun Weor

SEGUNDO MENSAJE DE NAVIDAD

Dado por el Avatara de la Nueva Acuaria, AUN WEOR, en el Summum Supremum Sanctuarium de la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia, a 24 de Diciembre de 1953.

2 Comments

Leave a Reply