Tratándose de la verdad es conveniente afirmar en forma enfática lo que se siente.
Sin desear en modo alguno competir con otros escritores, excluyendo muy sinceramente toda vana ostentación, pero corriendo el riesgo de atormentar a muchos envidiosos, es mi deber confesar que fui el primero en anunciar las naves cósmicas. Corría el año 1950 cuando después de muchos sinsabores, requiebros y cartas de desafíos, salió a la calle mi primer libro titulado: «El Matrimonio Perfecto», el cual como ya es sabido, el vulgo disputó y tuvo por inmoral. Es pues de saber que este libro enhorabuena escrito, aclaró el misterio de los platillos voladores.
Entonces no esquivé este muy espinoso tema y sin escatimar razones, expuse en verdad muy francamente mi concepto sobre las naves cósmicas. Es obvio que Julio Medina V., ínclito varón de esclarecida inteligencia y noble corazón, aparte de financiar aquella edición con su propio peculio, dibujó también esos objetos voladores no identificados. Resulta ostensible comprender que aquel artístico trabajo tan notable tuvo fundamentos y modelos reales. Este eximio maestro tuvo la dicha de verificar por sí mismo la existencia real de las furtivas naves extraterrestres.
Cuando silente y tranquilo retornaba con su esposa a su morada después de un paseo por la arenosa playa del mar caribe, le sucedió algo insólito, fue ciertamente sorprendido por algunas naves cósmicas que flotando en el espacio azul se perdieron por fin entre el seno del inalterable infinito.
…13 de marzo de 1954. El periódico «Los Ángeles Times» haciendo derroche necio de burlas y sarcasmos, informa sobre una extraña convención. Se trata nada menos que de una reunión de personas que afirman solemnemente haber viajado en naves cósmicas de procedencia extraterrena. Este raro evento tuvo lugar en un sitio del Estado de California, en los Estados Unidos, llamado la Roca Gigante, en el desierto, cerca del Valle Imperial. Una nave cósmica fue vista por todos los concurrentes durante la convención; cientos de personas dieron testimonio de este hecho. La nave misteriosa se posó sobre los automóviles, como observando a la multitud, y más tarde se perdió en el espacio. La Convención de platillos voladores, fue organizada bajo los auspicios del excelentísimo señor George Van Tassel.
Al abrir el programa, Van Tassel acusó francamente a algunos celosos terrícolas, de haber saboteado el mitin, y dijo que en el camino de arena que conduce a la gigantesca roca, habían sido puestas barricadas.
Una de las cosas más interesantes, fue cuando un joven muy inteligente de Detroit, llamado Richard T. Miller, tomó entusiasmado la palabra para explicar con entera claridad su vuelo extraordinario de doce horas en una nave cósmica, de ciento cincuenta pies de diámetro, la cual había sido arreglada muy sabiamente para mandar mensajes en inglés por medio de poderosos rayos infrarrojos. Dijo que el contacto fue convenido cuando desde la nave interplanetaria le insinuaron presentarse en un campo de golf abandonado, que se encuentra a cuarenta millas de Detroit.
Una vez en dicho lugar, el misterioso aparato extraterrestre apareció de repente y tan pronto como lo abordó, se elevó con gran rapidez. Después describió el joven sus sensacionales experiencias durante las doce horas que permaneció en el cuarto de control, y en donde unos tableros gigantescos hacían maniobrar la nave. Lleno de infinita emoción dijo, que le fue permitido mirar a través de una súper-televisión, por lo cual le fue posible penetrar visualmente a un automóvil, que con unos amigos suyos de la tierra, estaban tratando de comunicarse por medio de señales de radio con la nave. Después explicó muy serenamente, que fue regresado al campo de golf por el capitán extraterrestre de la maravillosa nave.
Miller y su socio George H. Williams, están trabajando ahora muy intensamente en lo que ellos llaman «Telonid Research Center» en Prescot, Arizona, Entre muchas otras cosas es admirable que hayan logrado grabar un disco con la voz de una criatura del espacio exterior que se comunicó con ellos.
Uno de los visitantes que recibió mayor atención en la convención, fue el doctor Charles Laughed, de Chicago quien en el mes de diciembre del año 1953 obtuvo una gran publicidad en todo el territorio de los Estados Unidos, cuando sin temor alguno declaró francamente, haber recibido una comunicación del espacio, en la cual se precedían catástrofes en la tierra y la reaparición de los continentes perdidos Lemuria y la Atlántida.
La gente continuó llegando en coches y aviones, mientras tanto un abigarrado pintoresco conjunto humano compuesto por multitud de curiosos, se agrupaba alrededor de la plataforma donde se encontraban los oradores.
«Estamos aquí para revelar las cosas, no para ocultarlas», empezó diciendo Van Tassel. “Las naves del espacio están manejadas por inteligencias superiores a las nuestras”.
Los hombres del espacio están aquí para ayudarnos en el momento crítico. Nosotros, los oradores que estamos hoy reunidos por primera vez, tenemos una tarea que hacer y vamos a hacerla.
Truman Bethurum, que ha escrito un libro con el título Scow From Clarión, dijo haber tenido once conversaciones con gentes del espacio cósmico y añadió: Una mañana hubo tantas naves del espacio sobre Washington, que la fuerza aérea creyó que estábamos en peligro de un ataque de otro planeta.
«Un momento interesante fue cuando el grupo que dice haber efectuado viajes en naves del espacio, se reunió para que les fuera tomada una película para el noticiero»
Al lado de Miller y Bethurum estaban Jorge Adamski, Dana Howard y Orfeo Angelucci.
Después las descripciones de los viajes por el infinito espacio continuaron con intenso fervor.
Un hombre que andaba en los alrededores, con un contador Geiser, dijo que el aire de Roca Gigante estaba impregnado de rayos cósmicos y que, o eran ráfagas de nubes atómicas procedentes de Nevada o eran producidos por las naves del espacio.
De cualquier modo, todo mundo estaba en observación por si una nave aterrizaba.
Para concluir este Capítulo diremos: resulta en verdad muy Interesante, que cuatro años después de haber nosotros anunciado por vez primera las naves cósmicas, se hubiera efectuado como para corroborar nuestras afirmaciones, esta magnífica convención.